Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Tecnologías Libres, Mérida, Venezuela1,2
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Fecha de recepción: 28/04/2023
Fecha de aceptación: 16/05/2023
Pág: 99 – 112
Existe un conjunto de fenómenos climatológicos extremos que cada vez son más
frecuentes e intensos, haciendo más perceptible lo que la comunidad cientı́fica
desde hace algunas décadas viene calificando y alertando como cambio climático.
Aunque a lo largo de la historia de la Tierra han ocurrido cambios en el clima,
el que está en ciernes llama la atención por la rapidez con que está ocurriendo y
por su causa de origen antropogénico. Ahora bien, la tendencia hacia un cambio
climático resultado de la actividad industrial humana es reversible, es decir, es
posible detener su avance. Sin embargo, existe una nueva categorı́a emergente de
capitalismo conocida como capitalismo cognitivo que podrı́a acelerar el deterioro
del clima debido a que dentro de sus principales caracterı́sticas se fomenta y se da
impulso al consumo y la demanda de tecnologı́as que tienen huella de carbono.
En tal sentido, el presente ensayo tiene como objetivo mostrar las consecuencias
que representan para el futuro de la especie humana la dupla cambio climático y
capitalismo cognitivo. Si bien es cierto que el capitalismo cognitivo tiene un impacto
en la emisión de gases de efecto invernadero y la degradación del medio ambiente,
la situación puede ser diferente si se enfoca desde la filosofı́a de conocimiento y
tecnologı́as libres en pro del bien común.
Palabras clave: capitalismo, clima, conocimiento, energı́a.
There is a set of extreme weather phenomena that are becoming more frequent
and intense, making more perceptible what the scientific community has been
describing and warning of for some decades as climate change. Although changes
in the Earth’s climate have occurred throughout its history, the current one is
striking for the speed with which it is occurring and for its anthropogenic origin.
However, the trend towards climate change resulting from human industrial
activity is reversible, that is, it is possible to halt its advance. However, there is
a new emerging category of capitalism known as cognitive capitalism that could
accelerate the deterioration of the climate because its main characteristics include
the promotion and encouragement of consumption and the demand for technologies
that have a carbon footprint. In this sense, the aim of this essay is to show the
consequences that the duo of climate change and cognitive capitalism represent for
the future of the human species. While it is true that cognitive capitalism has an
impact on greenhouse gas emissions and environmental degradation, the situation
may be different if it is approached from the philosophy of knowledge and free
technologies for the common good.
Key words: capitalism, climate, energy, knowledge.
Esta obra está bajo licencia CC BY-NC-SA 4.0
Herón de Alejandrı́a en las primeras décadas de la Era Cristiana, tal vez no imaginó
que su artilugio de vapor conocido en la historia como eolı́pila serı́a fuente de inspiración
durante siglos para la construcción de dispositivos que permitieran usar y transformar la
energı́a contenida en la vaporización del agua, con la finalidad de mover objetos. En efecto, la
búsqueda de este fin después de varios intentos – entre ensayos y error – a lo largo de cientos
de años condensó en el siglo XVIII con la primera máquina de vapor funcional, gracias a las
ideas innovadoras de James Watt.
Ahora bien, los dispositivos de vapor que por largo tiempo pudieron haber representado
una curiosidad tecnológica, entre los siglos XVIII y XIX se constituyen como la piedra angular
o base para la mecanización de la manufactura o de los procesos industriales y agrı́colas, a
su vez abrió un nuevo campo de estudio de la fı́sica denominado termodinámica, esta última
surgió en principio para mejorar el desempeño de las primeras máquinas térmicas.
El aprovechamiento de la energı́a liberada por el vapor de agua puso en movimiento los
engranajes, pistones y el sistema biela/manivela de la revolución industrial. Además, impulsó
una nueva fase en el orden económico y social de aquella época conocido en las teorı́as de la
economı́a como capitalismo industrial, marcando un cambio sustancial a nivel global en las dinámicas sociales y en la explotación mecanizada de la naturaleza, que se mantiene desde
aquel entonces y que en la actualidad se está observando su impacto, que por un lado se
caracteriza por la ampliación de la brecha social y por el otro el desequilibrio energético
del planeta se manifiesta en el incremento documentado de la temperatura promedio planetaria.
Llegados a este punto, es necesario reconocer que el principal problema que representa el
modelo de desarrollo auspiciado por el capitalismo, es la manera en cómo extrae la energı́a de
los recursos naturales de la Tierra. Las fuentes que han venido energizando por más de dos
siglos a la industrialización y mecanización de múltiples tareas humanas, proviene ampliamente
de la quema de combustibles fósiles. Este hecho ha originado un desbalance de los gases de
efecto invernadero que ha ocasionado un desequilibrio energético del planeta, estadı́sticamente
conduce a un cambio climático asociado a la intervención desmedida de la naturaleza por parte
del ser humano.
La tendencia hacia un cambio del clima de origen antropogénico es reversible, es decir, es
posible detener su avance. Sin embargo, existe una nueva categorı́a emergente de capitalismo
conocida como capitalismo cognitivo – fundamentado en la producción y el uso de conocimientos
y habilidades tanto humanas como tecnológicas – que podrı́a acelerar el deterioro del clima
debido a que dentro de sus principales caracterı́sticas se fomenta y se da impulso al consumo
y la demanda de tecnologı́as relacionadas con la información y comunicación.
Ahora bien, aunque parece no haber alguna relación, el capitalismo cognitivo si está
contribuyendo al cambio climático a través del uso masivo de energı́a para alimentar la
computación y la conectividad. Esto se debe a que la computación en la nube, los grandes
centros de datos, la inteligencia artificial y la robótica necesitan una gran cantidad de energı́a
para funcionar, cuyas fuentes primarias siguen siendo los combustibles fósiles. Adicionalmente,
esta nueva fase del capitalismo con su promoción de la propiedad intelectual y las patentes
representan de facto un mejor modo de control de la sociedad condicionando la dependencia
tecnológica y peor aún restringiendo el acceso al conocimiento libre sobre las propuestas
tecnológicas que han surgido para la mitigación del cambio climático.
En tal sentido, el presente ensayo tiene como objetivo mostrar las consecuencias que
representan para el futuro de la especie humana el binomio cambio climático y capitalismo
cognitivo. Más allá de ofrecer una aproximación de las teorı́as que nos acercan a comprender los
elementos anteriores, se persigue contribuir con un necesario e insistente llamado de atención
oportuna a través de un conjunto de reflexiones fundamentadas en sólidos argumentos. Al
respecto, en primer lugar se aborda lo que en economı́a polı́tica se conoce como capitalismo
junto con sus diferentes fases y seguidamente se presenta el término capitalismo cognitivo.
Después se aborda el tema de cambio climático donde se establecen las condiciones que pueden
originar un cambio climático y se dan a conocer los fenómenos fı́sicos que dan muestra de un
cambio de clima en nuestro planeta. Posteriormente, se presenta la nueva división del trabajo y su impacto en el cambio climático ası́ como la generación de residuos electrónicos e industriales
derivados de las tecnologı́as, se exponen algunas propuestas en pro del clima, medio ambiente
y desarrollo sostenible, finalmente se comparten unas reflexiones finales.
En principio, el término capital está asociado a la posesión de dinero, infraestructuras
fı́sicas, artı́culos que pueden ser comercializados o en su defecto intercambiados, materia prima
y las máquinas que las transforman. El sustantivo “capitalismo” se refiere al sistema económico
cuyos cimientos están en la propiedad privada de los medios de producción, la compra por
dinero de la mano de obra para la producción de bienes y servicios con el objetivo de obtener
una ganancia bajo los esquemas de la economı́a de mercado (Jahan y Mahmud, 2015, p. 44).
En virtud de la definición anterior se le asocia muy estrechamente con el comercio, cuyos
orı́genes están en los albores de la civilización humana.
A lo largo del tiempo, el capitalismo ha pasado por numerosas fases. Sus inicios como
sistema económico se vinculan con la decadencia del feudalismo de la Edad Media durante
el siglo XIV y el surgimiento del Renacimiento en Europa Occidental, cuando los primeros
mercaderes y comerciantes empezaron a intercambiar productos y bienes entre particulares
a través del uso de monedas. La producción se basaba principalmente en la agricultura y
productos artesanales. Ahora bien, como se puede inferir, esta primera fase que se conoce
como capitalismo comercial, se potencia con la llegada del europeo a América y la aparición
de nuevas rutas marı́timas, permitiendo a los comerciantes acumular grandes fortunas. Hecho
que va marcando una serie de circunstancias económicas y sociales que condujeron a nuevas
formas de organización de las sociedades como la aparición de clases sociales estratificadas, los
ricos comerciantes, y el surgimiento de nuevas formas de producción (Niño-Becerra, 2020).
Posteriormente, durante la Revolución Industrial que originalmente se desarrolla en
Inglaterra y después se extiende a Francia y al resto de Europa ası́ como a Estados Unidos,
surge el capitalismo industrial, caracterizado por la fabricación de productos y bienes
manufacturados a gran escala, como máquinas, textiles y productos alimenticios. Esta fase vio
una expansión significativa de la producción industrial, el uso de la maquinaria y la división
del trabajo. Con las máquinas reemplazando a los trabajadores y la aparición de empresas
multinacionales, permitió a los capitalistas acumular enormes fortunas y comprar cada vez
más propiedades, consolidando ası́ al capitalismo como mecanismo de generación de riquezas
y tal es su magnitud que lo llevó a ser el sistema económico predominante en la economı́a
moderna (Kemp, 1979).
Con el paso del tiempo, aparecen las grandes corporaciones, la centralización de la
producción, el surgimiento de los mercados financieros, la globalización y la tecnologı́a digital
emergen como principales impulsores del capitalismo. Ahora bien, durante las ultimas décadas, la tecnologı́a, el conocimiento y la importancia creciente de la innovación tiene una fuerte
influencia en la economı́a, en tal sentido está surgiendo un nuevo orden económico conocido
como capitalismo cognitivo.
El capital y el conocimiento se relacionan a través del capitalismo cognitivo, este último se
refiere a una forma de capitalismo que ha surgido en las últimas décadas como resultado de la
digitalización y la globalización de la economı́a y que se basa en la producción y el control de
la información y el conocimiento (Córdoba, 2019; Vercellone, 2013). Asimismo, el conocimiento
desempeña un rol fundamental en el sistema económico del siglo XXI.
Ahora bien, la razón por la cual se asocia el adjetivo de cognitivo al capitalismo emergente
queda claro cuando se examinan sus principales caracterı́sticas, una de ellas es la nueva
modalidad de trabajo a través de cerebros conectados a través de redes de computadoras o
Tecnologı́as de Información y Comunicación (TIC). El otro aspecto caracterı́stico es que el
conocimiento representa una fuente de valor monetario determinado por las legislaciones de
propiedad intelectual o derecho de autor, marcas o patentes, que establecen las normas de
acceso y explotación para sus aplicaciones (Córdoba, 2019).
Por otra parte, la digitalización y la globalización apoyadas en las TIC han valorizado
al conocimiento como un bien intercambiable, es decir, lo han convertido en una mercancı́a,
cuya manifestación más constatable se encuentra en la industria farmacéutica a través de
las restricciones de uso de sus patentes de vacunas. En el nuevo marco económico, el capital
intangible fundamentado en la investigación, desarrollo e innovación se posiciona por encima
de la maquinaria y la infraestructura.
En efecto, la competitividad de cierta actividad económica está condicionada por la
incorporación del conocimiento y la innovación en sus procesos productivos. Por supuesto, este
hecho no representa un elemento negativo por si mismo, el asunto está cuando la ciencia y el
sistema económico está dirigido por un lado al consumismo y por el otro lado a la privatización
del conocimiento con sus respectivas consecuencias.
En el universo nada permanece inmutable, todo está en permanente cambio, este hecho
ha favorecido desde la formación de galaxias hasta la creación de la vida en nuestro planeta.
Sin embargo, existen cambios que pueden resultar no favorables, por ejemplo el cambio
climático impulsado por la intensa actividad industrial del ser humano. Existen varias maneras
de constatar sus efectos sin necesidad de recurrir a un laboratorio o utilizar instrumentos
especializados, solo basta con reconocer que las condiciones climáticas en la actualidad son bastante diferentes a las encontradas hace unas décadas atrás: incendios forestales más
devastadores, frecuencia e intensidad de las precipitaciones fuera del pronóstico climático,
desertificación, dı́as más calurosos y deshielo de los glaciares. Representan señales de
advertencia de que está en marcha un proceso con el clima terrestre que de acuerdo con
la comunidad cientı́fica se caracteriza por una tendencia hacia el calentamiento global de
continentes y océanos.
Ahora bien, no es sorprendente que el clima en la Tierra cambie, desde la paleoclimatologı́a
existe amplia documentación sobre periodos gélidos intercalados con periodos de calentamiento
o deshielo como consecuencia de: alteraciones del ciclo solar; variaciones regulares de la órbita
terrestre; emergencia de continentes por actividad tectónica; surgimiento de la actividad
celular, entre otras fuerzas impulsoras de la naturaleza o del universo. Lo que enciende las
alarmas de la comunidad cientı́fica es que en el pasado, el cambio del clima ocurrı́a muy
lentamente a través de cientos de años, pero el que está en marcha se está desarrollando a una
rapidez vertiginosa sin causa natural responsable, sino que tiene un origen antropogénico: la
actividad industrial humana.
Desde la revolución industrial, con apoyo de la máquina de vapor, la actividad industrial
del ser humano se amplificó a niveles sorprendentes al maquinizar principalmente la producción
manufacturera y agrı́cola. Con el pasar del tiempo, la elaboración de cada vez más ingentes
cantidades de productos o bienes junto con el desarrollo del transporte mecanizado, requirió
además de un alto grado de mecanización también la demanda de nuevas fuentes de energı́a,
es en este momento que surge en escena de forma fortuita el uso de los combustibles fósiles.
Sin embargo, la quema de compuestos que contienen carbono como: el petróleo, el carbón
y el gas expandió aun más las fronteras del capitalismo industrial junto con una vorágine de
extracción intensiva de los recursos naturales para mantener en pie el sistema económico y
social. Ahora bien, desde el campo de la termodinámica se conoce que un sistema es inestable
cuando existe en él un desbalance de energı́a. En el caso del clima en la Tierra, el desequilibrio
energético que propicia su inestabilidad y que condiciona su cambio, es la presencia en exceso
de dióxido de carbono (CO2) proveniente de las plantas industriales y del parque automotor
debido a la quema de combustibles fósiles.
Desde el año 1859, gracias a las investigaciones realizadas por el fı́sico John Tyndall
se conoce que existe una conexión entre el gas CO 2 y el efecto invernadero. Es una
evidencia experimental que el dióxido de carbono puede absorber o atrapar la radiación
infrarroja proveniente del Sol que es reflejada por la superficie terrestre, manteniendo ası́ la
temperatura del planeta por encima del valor esperado, resultando en una Tierra más cálida
propicia para la vida en todas sus manifestaciones (Jackson, 2020). De esta manera, existe una
relación entre el cambio del clima del planeta con el incremento de las concentraciones del CO2.
En tal sentido, se establece una correspondencia entre la tendencia hacia el incremento
de temperaturas o calentamiento global y el aumento de CO 2 de origen industrial. Es bien
conocido por todos que un incremento de 1°C o 2°C en la temperatura del cuerpo humano es
indicativo de una infección o enfermedad y que en caso de no recibir tratamiento médico puede
llevar al fracaso de la mayorı́a de los órganos o la muerte. Del mismo modo, el calentamiento
del planeta es indicativo de un cambio climático en marcha producto del sistema económico
imperante.
Se conoce que la temperatura promedio de la superficie del planeta ha aumentado
aproximadamente 1 °C desde finales del siglo XIX (NASA, 2000). De hecho, en el 2022 se
encontró en el rango de 1,02 °C a 1,28 °C por encima de su promedio para el perı́odo de
referencia 1850-1900. Durante los años 2015 y 2022 se presentaron las temperaturas más altas
de acuerdo con los registros instrumentales desde 1850 (Organización Meteorológica Mundial
(OMM), 2023). De acuerdo con ciertos pronósticos, la temperatura global para finales del
presente siglo se incrementará en promedio 3 °C (Tollefson, 2021).
Por lo tanto, con base en la proyección anterior, la vida en todas sus formas está en franca
amenaza. Si no se toman los correctivos pertinentes, desde cambios del tipo de fuente energética
hasta cambios en el estilo de consumo, se estará en presencia en las próximas décadas de
una extinción masiva debido a causas humanas. El capitalismo cognitivo con su impronta de
consumismo y potenciado en la era digital, constituye una amenaza grave para el cambio del
clima del planeta, una conjunción peligrosa para el ser humano y demás especies animales y
vegetales.
Previamente al estudio sobre cómo se relaciona el cambio climático con la nueva división
del trabajo es necesario dibujar un contexto que caracterice el mercado mundial del trabajo y
el de emplazamientos industriales. En la economı́a mundial capitalista la producción industrial
solo se ha desarrollado en los lugares que garantizan rentabilidad. Ası́ pues, con el paso del
tiempo el crecimiento de la actividad industrial se reflejó no solo con la implantación del
trabajo asalariado como la relación de producción dominante y con la progresiva división del
trabajo en las fábricas, sino también con el continuo desarrollo de una división regional e
internacional del trabajo (Fröbel et al., 1978, p. 1).
En la clásica división del trabajo vigente a lo largo de varios siglos, los conglomerados
industriales se ubicaban básicamente en los paı́ses de Europa occidental y, posteriormente,
en Norteamérica y Japón. Los paı́ses del denominado Tercer Mundo jugaban un papel de
proveedores de materias primas agrı́colas y minerales, además de ser meros importadores de
los productos manufacturados elaborados en las regiones industrializadas ya mencionadas.
Sin embargo, Fröbel et al. (1978) describe un proceso de deslocalización o emplazamiento
de capitales debido a tres elementos fundamentales:
Reserva de mano de obra disponible caracterizada por recibir salarios irrisorios comparados con los que se pagan en los paı́ses industrializados tradicionales. Es una mano de obra numerosa, muy productiva, que se puede contratar y despedir con muy pocas restricciones.
Los avances tecnológicos, particularmente en materia de telecomunicaciones, computación, transporte, entre otros, han hecho que la dirección y control de la producción industrial dependan menos de la ubicación y distancias geográficas.
El avance vertiginoso de la tecnologı́a y organización del trabajo, que permiten descomponer procesos complejos en otros más simples, han permitido que una fuerza de trabajo no capacitada se pueda formar y adiestrar de manera rápida y eficaz para la realización de las tareas fragmentadas.
En virtud del panorama descrito anteriormente, es evidente que los paı́ses industrializados
son generadores de ciencia, tecnologı́a, conocimientos de cualquier ı́ndole y talentos humanos
para preservar, aumentar y consolidar su hegemonı́a económica sustentados con patentes y
licencias mientras que los paı́ses del Tercer Mundo aportan sus recursos primarios incluyendo
su medio ambiente producto del fenómeno de emplazamiento de capitales e infraestructura
asociadas a producción industrial. El factor determinante para que se produzca el calentamiento
global vienen dado por la emisión de gases de efecto invernadero derivado de las acciones
humanas y más concretamente del desarrollo industrial. Este proceso de emisión de gases de
efecto invernadero se inició con la revolución industrial en el siglo XIX y se aceleró de manera
dramática durante el siglo XX hasta los momentos actuales.
Ahora bien, los conceptos de desarrollo/subdesarrollo de un paı́s están estrechamente
vinculados a las transformaciones de la División Internacional del Trabajo (DIT) vigentes
desde antes de la revolución industrial y la globalización de la teorı́a capitalista. De hecho, los
orı́genes de la dicotomı́a desarrollo/subdesarrollo se encuentran en el perı́odo de la expansión
del capitalismo mercantil, entre los siglos XVI y XVIII, en el que las nacientes Estado-nación
europeas se ven afectados por dos procesos: la colonización de territorios extra-europeos y la
DIT, sustentada sobre el comercio triangular y el sistema colonial de plantaciones (Blondeau
et al., 2004).
Luego de darse la revolución industrial, sostiene Blondeau et al. (2004) que el capitalismo
industrial profundizará esas asimetrı́as de la DIT, dotándolas de un carácter autosostenido y
acumulativo. Establecerá, posteriormente a la Segunda Guerra Mundial, los términos de la
antigua división del trabajo Norte/Sur, sobre la base del intercambio de productos primarios
y de manufactura (Blondeau et al., 2004).
Por otra parte, es de tomar en cuenta que existe un proceso de transición del capitalismo
industrial hacia un capitalismo cognitivo, asociándose éste a una economı́a basada en la difusión
del saber y donde la producción de conocimiento se convierte en la principal apuesta de la
valorización del capital. En esta transición, la parte del capital intangible e intelectual, definida
por la proporción de trabajadores del conocimiento —knowledge workers— y de las actividades
de alta intensidad de saberes —servicios informáticos, I+D (investigación+desarrollo),
enseñanza, formación, sanidad, multimedia, software— se afirma, en lo sucesivo, como la
variable clave del crecimiento y de la competitividad de las naciones (Blondeau et al., 2004).
Sin embargo, Enzo (2000) afirma que:
“La unión de economı́a y conocimiento no es una novedad. Esta unión existe, y tiene mucha consistencia desde que, con la revolución industrial, la producción comenzara a utilizar máquinas (es decir, la ciencia y la tecnologı́a incorporadas a las máquinas); después, con Taylor, a organizar cientı́ficamente el trabajo. Toda la historia del capitalismo industrial, durante sus dos siglos de existencia, es la historia de la extensión progresiva de las capacidades de previsión, de programación y de cálculo de los comportamientos económicos y sociales a través de la utilización del conocimiento” (p. 1).
La nueva DIT está influenciada por dos factores cruciales. El primer factor es el inevitable
ascenso de contenidos cientı́ficos y técnicos de las actividades productivas, es decir a medida
que el capital fı́sico se torna en una variable secundaria respecto a la capacidad de movilización
de talentos, se va estructurando una división cognitiva del trabajo. El segundo factor se
enfoca en el refuerzo de los derechos de propiedad intelectual, las patentes sobre la vida y la
biopiraterı́a de los saberes tradicionales, esto significa que la extensión en el tiempo de los
derechos de propiedad intelectual vendrı́an a constituir la condición primordial para continuar
con las innovaciones, permitiendo a las empresas minimizar sus costes en I+D (Blondeau et
al., 2004).
Aunque a primera impresión parece no existir conexión, lo cierto es que cuando se
examina con cuidado, el cambio climático y la nueva DIT están estrechamente relacionados
en el contexto del capitalismo cognitivo. Al respecto, en las últimas décadas, la nueva DIT
se ha caracterizado por la reorganización de la producción y el comercio internacional, en
la cual los paı́ses desarrollados han incrementado su especialización en la producción de
bienes y servicios fundamentados en conocimiento y tecnologı́a, mientras que los paı́ses en vı́as
de desarrollo se centran en la producción de mano de obra y la extracción de recursos naturales.
Este proceso ha tenido importantes implicaciones para el medio ambiente, ya que ha
fomentado la explotación desmedida de recursos naturales en los paı́ses en desarrollo y ha
generado un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero a medida que estos paı́ses
han intentado alcanzar el nivel de desarrollo de los paı́ses industrializados.
En la nueva DIT la actividad industrial genera sin duda efectos sobre el medio ambiente
donde la peor parte la llevan los paı́ses del Tercer Mundo debido a la explotación indiscriminada
de recursos naturales no renovables, por ejemplo los combustibles fósiles (petróleo, gas natural,
carbón), metales; no obstante existen también recursos renovables que por su extracción y
explotación irracional corren el riesgo de no ser renovables, por ejemplo los bosques para la
producción de madera. En este contexto, a grandes rasgos, algunos de los efectos ambientales
derivados de la nueva DIT son:
Destrucción de la capa protectora de ozono
Efecto invernadero
Riesgos que repercuten en la integridad de la biosfera
Agotamiento de los recursos naturales
Alteraciones de los ciclos biogeoquı́micos
Deterioro de la calidad de vida de los seres humanos
Existen muchos acuerdos internacionales con el objeto de mitigar el cambio climático.
Uno de los más recientes es el Acuerdo de Parı́s de 2015, del cual hace mención Mendoza
(2016) y pretende vislumbrar cuáles son sus objetivos y contrastarlos con los alcances. En ese
sentido, 196 miembros (195 paı́ses y la Unión Europea) llegaron a un acuerdo “legalmente
vinculante”, que serı́a ratificado en abril de 2016 y entrarı́a en vigor en 2020 (Mendoza, 2016,
p. 16). Las palabras clave del acuerdo son: mitigación, adaptación, financiamiento, tecnologı́a
y construcción de capacidades. El principal objetivo de los acuerdos es: mantener el aumento
de la temperatura global por debajo de 20 °C con respecto a los niveles pre-industriales “y de
seguir esforzándose por limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C” (Mendoza, 2016, p. 16).
Kreimerman (2020) realiza una descripción de cómo se ejecuta en América Latina el modelo
del nuevo sistema global de producción, los cambios que se han presentado en la región y las
consecuencias negativas que derivan de dichos cambios. Afirma Kreimerman (2020) que los
principales actores del nuevo sistema global de producción son las empresas transnacionales,
las cuales se caracterizan por ser corporaciones de gran tamaño y poder, de influencia ante
gobiernos y empresas privadas tanto de paı́ses desarrollados como paı́ses en desarrollo.
Como consecuencia de los cambios del sistema de producción globalizado en América
Latina, la situación ambiental ha empeorado a ritmo acelerado. Son varios los problemas
ambientales que se identifican en los paı́ses de la región: pérdida de biodiversidad, deforestación,
contaminación del agua, pérdida de suelos y desertificación, cambio climático y los desastres provocados por causas naturales y la intervención humana. Las medidas de protección
ambiental (que ahora comienzan a abandonarse, como la protección de la Amazonı́a) no
permiten compensar la pérdida de ecosistemas silvestres, deforestación ni las amenazas a
diversas especies de flora y fauna.
Por otro lado, el capitalismo cognitivo ha impulsado la creación de nuevas formas de trabajo
y empleo en el sector de la información y la tecnologı́a, lo que ha llevado a la aparición de
una clase de trabajadores altamente cualificados y especializados en los paı́ses desarrollados.
Esta nueva DIT ha exacerbado las desigualdades económicas y sociales entre los paı́ses y ha
contribuido al cambio climático, ya que ha generado una mayor demanda de energı́a y recursos
naturales en los paı́ses desarrollados.
Por lo tanto, para abordar el cambio climático en el contexto del capitalismo cognitivo es
necesario promover un enfoque más equitativo y sostenible de la DIT, en el que se promueva la
transferencia de tecnologı́a y conocimiento a los paı́ses en desarrollo y se fomente la inversión en
energı́as renovables y prácticas sostenibles en todos los paı́ses. También, es importante impulsar
polı́ticas que promuevan la educación y formación de trabajadores especializados en sectores
sostenibles, para crear nuevas oportunidades de empleo y fomentar el crecimiento económico
sostenible.
El concepto de capitalismo cognitivo, en cuanto a su impacto en la emisión de gases de efecto invernadero y la degradación del medio ambiente puede tener varias implicaciones. Por ejemplo, la producción y el uso intensivo de tecnologı́a y dispositivos digitales (como servidores, ordenadores, smartphone, etc.) signos del capitalismo cognitivo pueden generar una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero debido a su consumo de energı́a. Además, el modelo de obsolescencia programada que se utiliza en muchos de estos dispositivos fomenta la producción constante de nuevos productos y la eliminación rápida de los antiguos, lo que contribuye a la generación de residuos electrónicos y a la contaminación del medio ambiente.
El ser humano ha llegado a comprender y dominar ciertos procesos de conversión de
energı́a gracias al trabajo pionero o a las aportaciones de investigadores, técnicos y tecnólogos
que a lo largo del tiempo y en forma colaborativa han abierto caminos para el avance de
las ciencia y tecnologı́a en ese campo estratégico con implicaciones a nivel global. Ahora
bien, se conoce que la energı́a se puede manifestar en una variedad de formas: mecánica,
electromagnética, eléctrica, quı́mica, térmica, nuclear, biomasa, entre otras. Una forma de energı́a puede transformarse en otra, por ejemplo, de mecánica a eléctrica o viceversa.
En la actualidad, existen un conjunto de dispositivos o infraestructuras diseñados para
la conversión de energı́a de un tipo a otro, entre los cuales se encuentran: instalaciones
fotovoltaicas, centrales nucleares, aerogeneradores, centrales hidroeléctricas, centrales de
biomasa, centrales térmicas de fuel o de carbón, centrales geotérmicas, baterı́as de ion litio,
motores de combustión interna o externa, entre otras. Dentro de las fuentes de energı́a que el ser
humano utiliza para energizar la maquinaria moderna y la iluminación urbana se encuentran
tanto la proveniente de combustibles fósiles, ası́ como aquellas denominadas alternativas, entre
las que están de origen natural (solar, eólica, geotérmica, biomasa, hidroeléctrica y oceánica)
y de origen artificial (nuclear y ión de litio).
Ahora bien, las fuentes de energı́a alternativa surgen como propuestas para descarbonizar
el planeta para contribuir con la mitigación del cambio climático. Sin embargo, la tecnologı́a
subyacente aun está en fase de investigación y desarrollo, además incrementan la demanda
de extracción y procesamiento de tierras raras que tiene un impacto toxicológico con la
consiguiente contaminación del medio ambiente. Por tanto, es necesario mayor avance de
la ciencia en ese área, para agilizar este proceso es requerido el trabajo colaborativo que
garantice el conocimiento de tecnologı́as libres en función del bienestar común. Si el desarrollo
cientı́fico y tecnológico que se vaya alcanzado en el campo de las energı́as alternativas
queda bajo el candado de las patentes o derechos de autor, es muy poco lo que se puede
lograr en el control de los efectos adversos del cambio del clima, al contrario podrı́a agudizarlos.
Además de las fuentes de energı́a alternativa, se hace necesario comprender bien el cambio
climático, en tal sentido se requiere la elaboración de sofisticados modelos que permitan
realizar tempranamente pronósticos climatológicos. También, es necesario que la población
esté preparada para sobrellevar los efectos del calentamiento global como el aumento de
la temperatura e inundaciones o eventos climáticos extremos. Adicionalmente, la sociedad
debe contribuir con la disminución de la emisión de CO 2 , cambiando el estilo de consumo,
reforestando, sembrando con conciencia ecológica. Igualmente, se necesita mejorar la eficiencia
de los procesos industriales junto con el desarrollo de nuevos materiales para afrontar el
cambio climático. Asimismo, el uso de tecnologı́as disruptivas entre las que se puede citar la
inteligencia artificial, resulta un factor clave para el análisis de datos sobre el clima para la
toma de decisiones fundamentadas con prontitud.
Si bien es cierto que el capitalismo cognitivo tiene un impacto en la emisión de gases de
efecto invernadero y la degradación del medio ambiente, la situación puede ser diferente si se
enfoca desde otra óptica, si se utilizan las tecnologı́as que lo sustentan en pro del bien común.
Por ejemplo, la digitalización y la automatización de procesos pueden contribuir a la reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero en sectores como el transporte y la energı́a. Además,
el acceso a información y conocimiento en tiempo real puede ayudar a mejorar la gestión de recursos naturales y la toma de decisiones en relación con el medio ambiente.
El capitalismo cognitivo se sostiene sobre el poder del conocimiento, haciendo de éste
una mercancı́a. El nuevo capitalismo emergente se consolida cada dı́a con la generación de
nuevos saberes y tecnologı́as emergentes, constituyendo conocimiento protegido con licencias
y patentes que restringen totalmente el acceso a las naciones en vı́as de desarrollo, lo que
reafirma la hegemonı́a de los paı́ses capitalistas industrializados en detrimento del resto.
Los paı́ses del Tercer Mundo en la actualidad siguen aportando sus recursos naturales y su
medio ambiente al sistema capitalista internacional, panorama que no ha variado mucho en los
últimos dos siglos, acarreando con ello consecuencias sociales, económicas que han impedido
su desarrollo sostenible. De momento no se evidencia por parte de todas las naciones del
mundo un criterio unificado para utilizar el conocimiento y las innovaciones tecnológicas con
la finalidad de mitigar (y en lo posible revertir) el cambio climático, razón que se fundamenta
en la defensa de intereses particulares de los centros de poder.
El cambio climático es un hecho constatable y cientı́ficamente comprobable. Existen varias
propuestas para hacer frente a uno de los eventos naturales que puede poner en riesgo la vida
sobre la faz de la Tierra. Desde el uso de fuentes de energı́a alternativas hasta la resiliencia
climática. Ahora bien, el impacto del capitalismo cognitivo en la emisión de gases de efecto
invernadero y la degradación del medio ambiente es complejo y depende de varios factores.
Es importante considerar tanto sus efectos negativos como positivos para poder abordar los
desafı́os ambientales de manera efectiva.
En efecto, las tecnologı́as que lo sustentan como la digitalización y la automatización
pueden contribuir a la reducción de emisiones de CO 2 y otros gases de efecto invernadero.
Las plataformas que dan vida al capitalismo cognitivo, bajo la filosofı́a de conocimiento y
tecnologı́as libres permitirı́an el acceso a información y conocimiento en tiempo real, pueden
ayudar a mejorar la gestión de recursos naturales y la toma de decisiones en relación con el
medio ambiente.
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