Escuela Técnica Comercial José Félix Ribas, Mérida, Venezuela1
magabria@gmail.com1
Fecha de recepción: 17/04/2022
Fecha de aceptación: 12/05/2022
Pág: 186 – 198
El proceso de enseñanza y aprendizaje mediado por las Tecnologı́as de la
Información y Comunicación, ha evolucionado desde las interacciones individuales
del usuario con el software de una computadora, hasta la interacción grupal en
tiempo real a través de servicios de la web. Asimismo, el uso de estos espacios
digitales ha migrado desde el énfasis en lo meramente académico, hasta la
posibilidad de alojar otro tipo de interacciones, de tipo social. En ese sentido,
desde la literatura especializada, hay propuestas para analizar la dimensión social,
entendiéndose como la dinámica comunicativa que proyecta emociones, sentido de
pertenencia a un grupo y demás situaciones más allá de lo académico. Garantizar
las instancias para fomentar la cohesión, la convivencia digital, el humor, y los
sentimientos, apoya a la consolidación del hecho educativo. Existen variedad de
servicios en la web que las instituciones educativas pueden utilizar para materializar
su identidad digital y lograr espacios de sociabilidad, tales como blog, páginas
web, plataformas de aulas virtuales y redes sociales. El valor de estos servicios,
radica en la posibilidad de la interactividad, una comunicación más horizontal y
participativa. En este contexto, se orienta sobre la construcción de la identidad
digital educativa en redes sociales, la necesidad de ganar estos espacios para la
educación y que haya un cambio en la percepción banal que suele otorgarse a estos
servicios de internet.
Palabras clave: dimensión social, identidad digital educativa, interacción,
interactividad, redes sociales.
The teaching and learning process mediated by Information and Communication
Technologies has migrated from individual user interactions with computer software
to group interaction in real time through web services. Similarly, the use of these
digital spaces has evolved from a mainly academic emphasis, to the possibility of
hosting other types of interactions, of social nature. From specialized literature,
there are proposals to analyze the social dimension, where it is defined as the
communicative dynamic that projects emotions, and a sense of belonging to a
group and other situations beyond the academic. Ensuring instances to foster
cohesion, digital coexistence, humor, and feelings, supports the consolidation of the
educational experience. There are a variety of services on the web that educational
institutions can use to materialize their digital identity and achieve for sociability
spaces, such as blogs, web pages, virtual classroom platforms and social networks.
The value of these services lies in the possibility of interactivity, a more horizontal
and participatory communication. In this context, this paper focuses on the
construction of the educational digital identity in social networks, the need to gain
these spaces for education and the need to change the banal perception that is
usually given to these Internet services.
Key words: social dimension,
interactivity, social networks.
Esta obra está bajo licencia CC BY-NC-SA 4.0
El surgimiento de las Tecnologı́as de la Información y Comunicación transformaron el
proceso educativo e interpuso nuevas situaciones de enseñanza y aprendizaje mediadas por
las herramientas digitales. Se ha evolucionado desde la manipulación individual de contenido
multimedia en computadores, el uso del correo electrónico con las primeras comunicaciones
virtuales docente-estudiante, el surgimiento de las plataformas de aprendizaje colaborativo,
servicios en la nube, los cursos masivos hasta el uso de dispositivos móviles para aprender de
manera formal e informal (Gros, 2018).
Surgen nuevos conceptos para categorizar y comprender la gran variedad de situaciones
que ocurren entre los usuarios, las actividades, los contenidos, los recursos, las experiencias
académicas y sociales que se generan en el marco del e-learning o b-learning. La educación en
lı́nea se ha consolidado en todos los niveles educativos, iniciando en el ámbito universitario
y extendiéndose hasta los demás años de estudio en el sistema educativo. Este tipo de
acciones representan un signo de innovación educativa y de sintonı́a con las tecnologı́as de la
comunicación.
Por lo general, las tendencias en investigación en esta área, apuntan a la revisión de
las potencialidades académicas. Sin embargo, la dimensión social de los entornos virtuales
educativos, también es resaltante abordarla, ya que este ámbito potencia la convivencia
escolar, genera confianza en los estudiantes y fomenta la cohesión de los actores educativos.
Ciertamente, la literatura especializada presenta autores que han creado categorı́as para el
análisis de la dimensión social en los entornos virtuales educativos Rourke et al. (1999);
Garrison et al. (2000); Harms y Biocca, 2004; Kehrwald, 2008 en Orozco (2009). Pero, ¿qué se
entiende por lo social dentro del ámbito digital educativo?.
Pérez y Guitert (2007), aprecian la diversidad en la denominación y definición de los aspectos
sociales. Existe coincidencia con estas autoras, en asumir como dimensión, aspecto o contenido
social:
aquellos mensajes o partes de mensajes que no están directamente relacionados con el contenido formal del tema o asignatura (Henri, 1992). Estos elementos influyen de alguna manera o están determinados por la creación de una ”dinámica que va más allá de la posibilidad de contactar con los otros, comunicarse con el profesor o recibir retroalimentación sobre el contenido de un mensaje (p. 3).
Esta concepción, da pie para la inclusión de elementos afectivos, intercambios comunicativos informales, expresiones cortas y espontáneas, y por supuesto, la proyección identitaria de los participantes en el marco de las herramientas interactivas de los medios digitales. Se establece una comunicación abierta, flexible, más horizontal, una cultura participativa y un ambiente de convivencia en armonı́a. A continuación, se revisarán los aportes de algunos autores en relación con lo social, ası́ como algunos criterios para la elección de los soportes digitales que mediarán la construcción de los intercambios comunicativos virtuales.
Tal como se mencionó en la introducción, algunos de los referentes recurrentes en la
literatura consultada son Rourke et al. (1999) y Garrison et al. (2000). Estos investigadores de
la Universidad de Alberta, exponen tres dimensiones para analizar la comunicación a través de
foros virtuales en educación superior, la presencia cognitiva, la presencia social y la presencia
docente.
La presencia cognitiva se refiere a la construcción de significado a través de la comunicación
permanente, la presencia docente incluye el diseño y la gestión de secuencias de aprendizaje,
y la presencia social se refiere a la proyección social y emocional de los participantes en el
entorno virtual. La capacidad de expresar emociones y mantener interacciones atractivas y comprometidas es esencial para la presencia social, que a su vez respalda los objetivos
cognitivos y afectivos del aprendizaje.
Rourke et al. (1999), destacan que los primeros en utilizar la frase presencia social fueron
Short, Williams y Christie en 1976, quienes la definen como el nivel de conexión entre dos
individuos que se comunican a través de un medio. Estos autores, desde el campo de la
comunicación mediada por computadora, sostienen que los medios tecnológicos, generan
diferentes niveles de presencia y que estas diferencias desempeñan un papel crucial en la
dinámica de interacción comunicativa entre las personas.
En esta primera concepción de presencia social, el foco se ubica sobre el canal de
comunicación. Pero en Rourke et al. (1999) y Garrison et al. (2000), el foco se posa sobre los
participantes, entendiéndola como la capacidad de los estudiantes para expresarse social y
emocionalmente como individuos auténticos, mostrando sus caracterı́sticas personales, dentro
de una comunidad de aprendizaje en lı́nea.
Rourke et al. (1999) describe tres categorı́as de respuestas que se identifican con la presencia
social: respuestas afectivas, respuestas interactivas y respuestas cohesivas. A continuación, se
presenta un resumen de cada categorı́a y sus respectivos indicadores.
Las respuestas afectivas están relacionadas con el uso de estrategias conversacionales como
bromas, burlas y chistes. Contribuyen a relajar la tensión cuando existen diferencias entre los
participantes, facilitando el consenso y la similitud del grupo. Las respuestas interactivas tienen
que ver con el uso de la función responder para publicar mensajes y hacer referencia explı́cita
al contenido de los mensajes de otros. Se resalta la importancia de la retroalimentación
positiva, elogios y reconocimientos para la mejora del aprendizaje. Las respuestas cohesivas
construyen y mantienen un sentido de compromiso grupal. Se subdivide en tres indicadores: la
comunicación fática y saludos, los vocativos (llamar a los participantes por su nombre) y el
uso de pronombres inclusivos como “nosotros” o “nuestro”.
Otro grupo de investigadores son Harms y Biocca, (2004) citados en Agut et al. (2011) y
Gómez (2015). Su aporte a la presencia social lo hacen desde la Teorı́a de las mentes en red.
Desde esta perspectiva teórica, la presencia social se define como el nivel de conciencia, atención
enfocada, comprensión emocional y de contenidos, ası́ como la interdependencia afectiva y
conductual con la otra persona. Plantean un cuestionario basado en seis dimensiones: (a)
Copresencia, que se refiere al grado en que la persona experimenta que no está sola ni aislada
en el entorno virtual; (b) Dedicación atencional, referida a la atención que los participantes
se prestan mutuamente; (c) Comprensión percibida del mensaje, que aborda la capacidad
para entender el mensaje recibido del interlocutor y la percepción del grado en que la otra
persona comprende el mensaje recibido; (d) Comprensión afectiva percibida, entendida como
la habilidad para comprender el estado emocional y las actitudes del interlocutor, junto con la percepción de la capacidad del otro para entender el estado emocional y las actitudes
del participante; (f) Interdependencia afectiva percibida, que se refiere al grado en que el
estado emocional y actitudinal de los interlocutores se afectan mutuamente y, finalmente,
(g) Interdependencia conductual percibida, que alude al grado en que la conducta de los
interlocutores se influye mutuamente.
Kehrwald (2008) en Orozco (2009) y Gómez (2015) también destaca la influencia humana
en los procesos sociales virtuales. Entiende la presencia social como la “disponibilidad y buena
voluntad de realizar los intercambios comunicativos” (Gómez, 2015, p. 77) por parte de los
participantes. También creó un aporte metodológico al plantear un cuestionario y aplicarlo.
Entre los resultados significativos luego de su ejecución, se incluyen una definición de presencia
social generada a partir de las experiencias de los estudiantes, una explicación de la naturaleza
de la presencia social en entornos de aprendizaje en lı́nea, ası́ como sugerencias para crear y
mantener la presencia social en dichos ambientes.
Estos autores formulan claros y notorios aportes en la comprensión de los aspectos sociales
que surgen en las interacciones digitales de actores educativos. Constituyen referentes para
estudiar la cohesión grupal, la aparición de sentimientos, la convivencia, y demás elementos de
la dimensión social, de los integrantes de una comunidad educativa en el marco de la identidad
digital institucional. Ahora, bien, ¿cuál es el soporte digital que mediará la construcción de esos
intercambios comunicativos entre los participantes de una comunidad educativa? y ¿qué aporta
el concepto de interactividad a la comunicación digital?
Para hacer vida en el ciberespacio es necesario contar con una identidad digital y un
soporte digital. La identidad digital se refiere al “conjunto de datos personales que se publican
en Internet a través de los cuales se autodenomina una persona” (Huerta et al., 2021, p.
4). Esta definición es aplicable tanto a un individuo como a la figura de una organización o
institución educativa. No se debe entender este concepto como la apertura de un perfil en
alguna plataforma digital y ya. Se debe entender desde la construcción consciente y planeada,
para arropar a todos los integrantes de la comunidad educativa con sus identidades y sus
narrativas particulares.
Se trata entonces, de un proceso gestionado de manera coherente con el quehacer diario de
la institución. En ese sentido, se han de considerar tres elementos conceptuales: la presencia,
la reputación y el posicionamiento. En relación con la presencia, se ha de decidir, qué tipo de
contenidos serán la base de la interacción con los usuarios, la frecuencia de las publicaciones y la
generación de acercamientos para la cohesión de la comunidad virtual. Respecto a la reputación,
se refiere a la opinión que tienen los usuarios de la institución. Esta imagen tiene gran peso, y
debe conducir a una toma de decisión consciente que todo aquel contenido que se haga público, el tono de las intervenciones escritas y las interacciones con otros usuarios. El posicionamiento
se relaciona con la visibilidad o lugar que la identidad digital institucional ocupa en
la web respecto de otros centros educativos similares. Este elemento se relaciona más con
el marketing y la necesidad de aparecer en los primeros lugares durante una búsqueda en la red.
De acuerdo con autores como De Haro (2009), Giones y Serrat (2010), existen variedad
de herramientas accesibles y gratuitas para alojar la identidad digital de una institución
educativa. Algunas de estas opciones son las siguientes:
Web: es de carácter informativo y unidireccional sirve para proporcionar datos de la institución, instalaciones, horarios, planillas, reglamentos internos, matriculación, proyecto educativo, entre otros. Implica el pago para registro de dominio.
Blog: permite la comunicación de los usuarios a través de comentarios escritos en cada entrada o artı́culo publicado. Las publicaciones pueden tratar los mismos temas de la web. Se recomienda actualización semanal con fotos de actividades e informaciones oficiales. Ejemplos Wordpress y Blogger.
Microblogs: una de las herramientas más conocidas es el anteriormente conocido como Twitter ahora llamado X. Permite publicar mensajes cortos para una actualización más frecuente. Las interacciones ocurren a través de hilos de conversaciones.
Redes Sociales: las personas agrupadas a través de ciertos intereses constituyen una red social. De acuerdo con De Haro (2009), es el medio ideal para la inclusión de los padres y representantes en el proceso formativo de los estudiantes. Estos espacios virtuales dan poder a los usuarios ya que pueden compartir material audiovisual, enlaces y opiniones. Algunas de las más conocidas son Facebook, Instagram, WhatsApp, (agrupadas en la plataforma Meta), YouTube, Tik Tok, Pinterest, entre otras.
Canales de recursos generados: permite alojar las creaciones producidas en el marco de las actividades académicas tales como documentos, proyectos de grado, pod cast, informes y presentaciones. Ejemplos de este tipo de servicios son Scribd y Slideshare.
Aulas virtuales: Esta herramienta posibilita el desarrollo del proceso educativo por medio de las Tecnologı́as de la Información y Comunicación. Su configuración representa el espacio de un aula de clases del mundo fı́sico, y la posibilidad de realizar encuentros en lı́nea para generar debates, conferencias, entre otros. Algunos ejemplos de estas plataformas son: Schoology, Coursera, Moodle y Google Classroom.
Existen muchos servicios, cada uno con funcionalidades e impactos diferentes. Ahora bien, ¿cuál de ellos se va a seleccionar para alojar la presencia digital institucional? Desde lo efı́mero que pudiera pensarse, los medios sociales representan espacios con potencial para el desarrollo de un rico entramado de relaciones sociales. Los usuarios de estos servicios, viven con tanta efusividad sus prácticas relacionales y pueden dotar de tanto sentido la comunicación que son opciones a tomar en cuenta.
Hay que estar en los espacios donde interactúa la gente. Hoy los usuarios frecuentan Instagram, Tik Tok y Facebook. Pero, ¿hace 20 años era igual? Esa presencia ha ido evolucionando con el tiempo. A principios del milenio, el auge comunicativo estuvo basado en la creación de blogs. Esta herramienta web, aunque todavı́a existe, ha sido desplazada por otros servicios, como las redes sociales. Estas posibilitan la generación de conversaciones, son libres, abiertas, con una interactividad dinámica e inmediata. De acuerdo con Aparici y Osuna (2013), en estos servicios web “se observa la gran mayorı́a de las nuevas tendencias infocomunicativas” (p. 142). Según Wang (2019), se pueden clasificar en:
Redes sociales generalistas u horizontales: En ellas conviven diversidad de usuarios con diferentes perfiles, género, edad e intereses. Algunos ejemplos, son Instagram, Tik Tok, Facebook y WhatsApp.
Redes sociales especializadas o verticales: Son dirigidas a un público especı́fico. Algunos ejemplos son Tinder, TripAdvisor, Spotify y LinkedIn.
Regalado, en entrevista (FES Acatlán, 2012) afirma que esta tendencia no es un hecho casual o pasajero y desde el ámbito universitario orienta lo siguiente en relación con las redes sociales:
Generan un posicionamiento e imagen: La convivencia en las redes sociales es un reflejo de lo que ocurre en la institución en el mundo fı́sico. Estar en una red social actúa como un gran escaparate.
Permiten atraer más alumnos: La gran mayorı́a de estudiantes y representantes tienen redes sociales. Esto se puede aprovechar ventajosamente para aumentar la matrı́cula escolar.
Comunicación con la comunidad estudiantil: El hecho que los estudiantes pasen parte de su tiempo en las redes sociales, hace de ellas una excelente opción para alojar la identidad digital institucional.
Conexión con ex-alumnos: Los egresados de la institución pueden apoyar desde sus perfiles y ser prescriptores hacia la identidad educativa digital. Su propia voz testimonial aporta valor significativo a la imagen y reputación institucional.
En esta misma lı́nea de pensamiento, en referencia a instituciones universitarias, Fine et al.
(2016), afirman que las redes sociales aportan un medio para fomentar relaciones de calidad
con los estudiantes. La presencia digital de la institución, y la interacción permanente, genera
un sentido de pertenencia, por ejemplo, en situaciones cuando los estudiantes interactúan y
reciben saludos, cuando los felicitan por alguna participación cultural o le desean éxito en sus
evaluaciones, estas acciones acrecientan la confianza, el compromiso y la satisfacción. De hecho,
se ha comprobado que, en la medida que las instituciones de educación universitaria gestionan
mayor número de medios, incluidas las redes sociales, mejoran la calidad de la relación con
sus estudiantes. A raı́z de las conclusiones de su estudio, estos autores recomiendan invertir
esfuerzos para el mantenimiento de la comunicación a través de estas herramientas digitales.
Como se puede apreciar, el valor de los medios sociales radica en la posibilidad de
comunicación interactiva. De acuerdo con Castells (2007) en Navarro (2020), afirma que:
Internet, la comunicación móvil, los softwares sociales y los medios digitales han sido el origen del desarrollo de redes horizontales que permiten comunicación interactiva. Mientras que en la sociedad industrial la comunicación se basaba en los medios de masas, la sociedad red permite el intercambio multimodal de mensajes interactivos de muchos a muchos, tanto sincrónicos como asincrónicos.
Aparici y Osuna (2013) afirman que el nuevo modelo de comunicación que plantean los medios digitales, basado en la participación interactiva, la posibilidad de visibilidad y en el intercambio equitativo de todos los usuarios, invita a la creación de una cultura participativa.
El concepto de interactividad es relativamente reciente y está emparentado con los avances
que las Tecnologı́as de la Información y Comunicación han experimentado en las últimas cuatro
décadas. Se vincula tanto con el sustantivo “interacción” como con el adjetivo “interactivo”.
Según Rost (2006), el término interacción se refiere al “espacio de relación dialógica que
existe entre o en medio de dos personas u objetos. La interacción implica reciprocidad, es decir
que en sentido estricto es una acción o un intercambio comunicativo de una persona o cosa
hacia la otra y viceversa” (p. 169). Los roles de emisor y receptor pueden intercambiarse en
cualquier momento.
En el ámbito de las Ciencias Sociales, el término “interacción” se utiliza para describir
la relación entre el desarrollo cognitivo, social o cultural de una persona en interacción
con otros individuos o situaciones de la vida (Rost, 2006). Un ejemplo de este uso se
encuentra en el pensamiento de Dewey, quien emplea la palabra “interacción” para referirse
al aprendizaje humano, destacando la conexión entre la capacidad de adaptación por ensayo
y error y la interacción con el entorno. De manera similar, en su teorı́a sociocultural del
aprendizaje, Vygotski sostiene que la interacción social es fundamental para el desarrollo.
Desde la Sociologı́a, con Mead y Goffman, se indica que la interacción social es la que
genera la construcción de la identidad y los comportamientos que las personas exteriorizan
en determinadas situaciones. En las Ciencias Naturales, se utiliza también el término de
interacción en relación con las propiedades de las partı́culas subatómicas. En el ámbito
Epistemológico, autores como Garcı́a, plantean el estudio de las interacciones que surgen entre
los elementos de un sistema complejo, en lugar del abordaje analı́tico reduccionista de la
realidad.
Ahora bien, el término interactivo ha surgido como adjetivo de interacción y ha promovido,
de alguna manera la creación y uso amplio de la palabra interactividad (Rost, 2006). Esta ha
sido empleada en los ámbitos de la tecnologı́a y la comunicación. En el campo de las Ciencias
de la Comunicación, el concepto de interactividad comenzó a ganar relevancia alrededor
de la década de 1970, coincidiendo con los primeros esfuerzos para superar la naturaleza
unidireccional de los medios de comunicación de masas. Desde la Informática, este término
se comprendió como la capacidad de las computadoras para atender a los requerimientos del
usuario, es decir, relación máquina-persona. Sin embargo, con la aparición de la Web gracias
al Internet, ha ido evolucionando hasta arropar la relación persona-persona y persona-contenido.
Rafaeli (1988) en Rost (2006) afirma que “El estudio de la interactividad es parte de
la evolución en la ontologı́a y epistemologı́a de las nuevas tecnologı́as de comunicación en
general, y las computadoras como medio en particular” (p. 171). Por ejemplo, la interactividad
revolucionó la educación a distancia tradicional, en la que se buscada el aprendizaje en
solitario, sin intervención de un docente, pero ahora se complementa con intercambios
sincrónicos o asincrónicos. Asimismo, condujo al tránsito de los medios de comunicación
masivos tradicionales, unidireccionales, hacia la posibilidad de compartir mensajes en sentido
bidireccional.
Esta propiedad de la interactividad es la que destaca el potencial de las redes sociales, como espacios para el encuentro, la producción de sociabilidad y la convivencia escolar. A
continuación, se revisará cómo hacer uso de estos medios para asentar la presencia institucional
educativa en lo digital.
La construcción de la identidad digital, no ocurre por una acción aislada, sino por acciones integradas de los miembros de la comunidad escolar quienes, desde sus respectivos roles, halan en una sola dirección. Se construye “a través de producciones, no a través de afirmaciones. Tiene que ver con el activismo, antes que con el discurso. Por eso me gusta la idea de que una identidad digital o es activa, o no es” (Llorens, 2011, p. 316). A continuación, aparecen algunas pautas o recomendaciones a seguir para la gestión de la identidad digital.
Establecer el propósito de la comunicación. Hay que preguntarse sobre lo que se desea conseguir a través del contenido: fidelización o engagement, mantener informados a los seguidores, educar, divertir, generar conversaciones, entre otros.
Definir el tono que se utilizará. No es lo mismo escribir “Realizado acto de grado de la V Promoción de Bachilleres del Liceo” que “Conoce quienes son los nuevos Bachilleres de nuestro Liceo”. Se puede utilizar un tono formal o informal, pero si lo que se busca es conectar con los seguidores, resulta conveniente usar un tono cercano, empático y utilizar emoticonos para transmitir emociones.
Cuidar el diseño de lo que se comunica. Respetar el escudo o logo de la institución, definir colores y tipografı́as que representen y distingan visualmente (González, 2015).
Plantear la frecuencia de las publicaciones. No tiene sentido lanzar una serie de informaciones o materiales audiovisuales y luego desaparecer por un tiempo. Incluso en los recesos vacaciones, se debe mantener la atención sobre la presencia digital.
El canal de comunicación debe ser abierto y de carácter público. Sin embargo, es prudente crear listas de representantes, estudiantes, egresados, y demás usuarios, para controlar el acceso de personas desconocidas o de dudosa intencionalidad.
Estar atentos y leer los comentarios, solicitudes y todo lo que se hable en los espacios digitales. Prestar atención a los intereses de los seguidores, por ejemplo, la solicitud de documentos, la publicación de imágenes de promociones pasadas y responder ante alguna crı́tica.
Asignar uno o más responsables que se mantengan al frente de la administración de los perfiles digitales. Estas personas deben formar parte de la institución, tener alto sentido identitario e interactuar según los valores del plantel (González, 2015). Del mismo modo, se requiere el acompañamiento del equipo directivo y todos los integrantes de la comunidad educativa.
Cuidar la N-etiqueta, es decir, establecer una comunicación asertiva a través de normas de comportamiento. Utilizar un discurso educado, empático y cuidar los aspectos formales de la escritura.
Búsquedas vanidosas o ego surfing. Se refiere a realizar búsquedas en Google, con el nombre de la institución. Ası́ se puede monitorear lo que se escribe sobre la institución, y sobre todo chequear si hay instituciones homónimas que pudieran afectar nuestra identidad digital. Si esto es ası́, es un motivo más para reforzar nuestras apariciones en la red.
No hablar solo de lo que ocurre en la institución, hay que darles cobertura a diversos hechos, tales como eventos, empresas, emprendimientos y curiosidades del sector donde se ubica la institución, de decir, establecer vinculación con lo que se tiene al lado. Las instituciones también pueden ser la voz de los ciudadanos y apoyar en la solución de alguna situación de la localidad.
Es recomendable implementar comunicaciones formales e informales, entre los miembros de la comunidad educativa, por medio de una red privada. Recordar que lo público se fundamenta en lo privado (Llorens, 2011). Asimismo, es prudente desligar las redes sociales personales de los docentes de las utilizadas para fines profesionales (Legaree, 2015).
Ciertamente, gran parte de los usuarios de los medios digitales, son los jóvenes. Este es
un sector vulnerable ante los variados riesgos de internet. Por lo general, viven de manera
muy intensa sus vidas digitales, sin pensar en las consecuencias de la huella digital y sin
atender señales de alerta ante situaciones de usurpación de identidad, prácticas de sexting,
phishing, acoso escolar, retos virales, entre otros. Los jóvenes poseen pericia en la ejecución de
los recursos de la web, sin embargo, ameritan desarrollar habilidades de pensamiento crı́tico, acompañados por las figuras educativas o sus representantes.
El sector educativo desde su identidad digital, puede y debe acoger la suma de las
identidades digitales de toda la comunidad escolar, trabajadores, representantes y estudiantes;
no solo para la promoción de los vı́nculos sociales, y estrechar lazos hı́bridos entre la vida
análoga y la vida digital, sino para ejemplificar formas de ser y estar en la red, orientar sobre
la seguridad en lı́nea, la construcción de la identidad digital, la responsabilidad en el uso de las
herramientas tecnológicas, liderar la generación de encuentros para practicar las competencias
digitales y romper la brecha.
La red puede llegar a ser percibida como una fuente de degradación de la cultura, como
un espacio que provee experiencias banales y carentes de valor. Sin embargo, las plataformas
y servicios que ofrece, deben seguir siendo arropados por la educación, para innovar y ganar
audiencias.
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