La luz hecha arte: La travesía creativa de Arturo Vivas en la talla de velones

En cada llama que titila hay un recuerdo de lo humano: las celebraciones familiares, los rezos que unen multitudes, los rituales de despedida y los encuentros que nos reúnen alrededor de una pequeña chispa de fuego. La vela, humilde objeto cotidiano, guarda siglos de tradición y simbolismo. Pero en las manos de Arturo Vivas, artesano nacido en Las Piedras, Mérida, esa luz se convierte en un lienzo que respira arte, memoria y contemporaneidad.

Desde hace más de una década, Arturo encontró en la cera un soporte noble y versátil, capaz de sostener no solo formas escultóricas, sino también emociones. Hoy su proyecto de velas talladas trasciende lo decorativo: es un puente entre lo ancestral y lo innovador, un gesto de resistencia cultural en tiempos tecnológicos. En base a esto, Arturo comenta que: “Vi en la cera un material noble y versátil, y decidí unir técnicas de escultura con el ancestral encanto de la vela”.

La historia comenzó hace unos doce años, cuando Arturo decidió explorar nuevos caminos creativos más allá de la literatura y la historia, campos que también lo han acompañado en su formación. Fue entonces cuando descubrió que la cera, en su maleabilidad y fragilidad, ofrecía un territorio poco explorado para experimentar.

El proyecto surgió como una propuesta de arte decorativo que combina tradición, diseño y religión con un aire contemporáneo. No se trataba solo de producir objetos bellos, sino de rescatar lo manual en un mundo dominado por la producción en serie. Arturo afirma que, “El proyecto responde a la necesidad de revalorizar el arte hecho a mano y de ofrecer objetos decorativos únicos en un mercado saturado de productos en serie”.

Tallando velas, Arturo aprendió que cada detalle requiere paciencia y precisión. El proceso comienza con la preparación de velones de cera de alta calidad, cuidando la calidad del material.

Una vez fraguados, cada pieza se convierte en un desafío: controlar la temperatura, la dureza de la cera y el trazo de las herramientas para evitar fracturas.

El tallado manual da forma a relieves, flores, figuras y símbolos culturales, que poco a poco emergen de la superficie lisa de la vela. Un tratamiento especial para realzar detalles y garantizar que la pieza pueda cumplir la doble función de la luz y la belleza. “Es un trabajo que exige disciplina y sensibilidad. Se necesita un control preciso de temperatura y firmeza del material para que la vela no se quiebre”, explica Arturo, mientras describe ese pulso constante entre fragilidad y fortaleza.

El arte de Arturo no está diseñado para quedarse encerrado en un taller. La comunidad ha recibido sus velones con asombro y gratitud, reconociendo en ellos no solo un objeto decorativo, sino una expresión de identidad. “La receptividad ha sido muy positiva: el público valora el carácter único de cada pieza y reconoce el trabajo artesanal detrás de cada velón”, comenta.

El impacto ha sido tal que sus piezas han viajado más allá de las fronteras venezolanas: Rusia, Panamá, España, Guatemala, Bolivia y Perú han sido destinos de sus velas o de sus talleres, en los que comparte la técnica y el amor por la creación manual.

En cada taller, niños, jóvenes y adultos desarrollan motricidad, creatividad y trabajo en equipo. No son solo aprendizajes técnicos, sino también espacios de encuentro y pertenencia. “El interés constante, la continuidad de los talleres y la réplica de la técnica en otros espacios evidencian un efecto positivo y sostenible”, comenta con orgullo.

Trabajar con cera en Venezuela implicó enfrentar limitaciones de insumos y un clima que no siempre jugó a favor. Los años 2016 y 2017, marcados por dificultades económicas, hicieron que conseguir materia prima de calidad fuera un reto mayor. Aún así, esto no fue una limitante: “Más allá de las trabas para conseguir materia prima siempre estuve trabajando mi proyecto, apoyado incluso en el reciclaje de velas usadas para no dejar de producir”, recuerda.

Lejos de ser un obstáculo definitivo, estas circunstancias lo impulsaron a experimentar, optimizar técnicas y reforzar su creatividad. A través del ensayo y error, formación constante y búsqueda de proveedores confiables le permitieron superar las barreras y elevar la calidad de sus piezas.

Arturo está convencido de que su práctica puede replicarse y convertirse en semilla de nuevas iniciativas. La metodología que ha sistematizado divide el proceso en cuatro etapas: preparación del velón, diseño y bocetado, tallado y acabado final.

Esta es una de las características que señalan su potencial en talleres formativos, proyectos creativos de redes de emprendimiento o iniciativas basadas en la comunidad para unir el arte y la sustentabilidad. “La experiencia es susceptible de sistematización”, asegura, confiado en que la llama de su arte puede encenderse en muchas manos.

Arturo sueña en grande. A corto plazo, planea ampliar los talleres de formación y consolidar su presencia en ferias de arte y diseño. El objetivo es establecer escenarios internacionales, y que su trabajo pueda ser exhibido en exposiciones y colaboraciones que apoyen y realcen el valor que posee el arte artesanal y lo que simboliza dentro de la identidad cultural: “Me gustaría resaltar la importancia de valorar y apoyar el trabajo artesanal. Cada pieza representa horas de dedicación y la transmisión de un saber que merece preservarse”, nos dice.

La obra de Arturo Vivas ilumina más allá del resplandor de una llama. Cada velón tallado habla de resistencia, de belleza hecha a mano, de un diálogo constante entre lo ancestral y lo contemporáneo. Su proyecto nos recuerda que el arte no siempre está en los grandes museos o galerías, sino también en los objetos cotidianos que, transformados por la creatividad, nos conectan con lo esencial.

La luz de sus velas no solo decora espacios: también ilumina memorias, despierta identidades y abre caminos para que otros, con sus propias manos, aprendan a tallar su propia manera de alumbrar el mundo.

Arturo Vivas, originario de Las Piedras, Mérida, Venezuela, es Licenciado en Historia, egresado de la Universidad de Los Andes, artesano y propulsor de las velas talladas. Desde temprana edad mostró una inclinación por las artes y la literatura, campos que han acompañado su camino de investigación y creación. Con más de una década de experiencia en la talla de velones, ha compartido su oficio en diversos países como Rusia, España, Panamá, Guatemala, Bolivia y Perú, donde actualmente reside. Esta iniciativa busca realzar la cultura venezolana, el talento manual que existe y la importancia que tiene el arte para la sociedad.