Tejidos alegóricos. De la Orfebrería a la Escultura

En la ciudad de Mérida al pie de la montaña, en el sector Bello Monte, rodeado de vegetación, con una vista al conurbano merideño y frente a la Sierra Nevada, se encuentra el taller del artesano, orfebre y escultor David García. Un espacio de creación y también laboratorio, donde las metáforas y alegorías visuales se materializan en formas tridimensionales.

De la fertilidad de sus manos robustas marcadas por el oficio, emana figuras impregnadas de una estética particular. Así como un alquimista, logra transmutar metales a una expresión artística de gran carga simbólica. El entorno natural se alía con su sensibilidad. Es en ese lugar donde surgen las obras que conforman la muestra artística: “Cuerpo y Trama”, expuesta en la Galería La Otra Banda de la Universidad de Los Andes, una exposición donde David devela ante el público una serie de esculturas que dibujan el camino recorrido como creador desde sus primeros pasos hasta el presente. Pautamos allí un encuentro con el artista, y entre las esculturas que se levantan cual bosque en medio del blanco de las paredes de la sala expositiva, él generosamente comparte con nosotros sus vivencias.

Nos comenta que tiene más de treinta años trabajando en el ámbito de la artesanía y las artes plásticas, aunque oriundo de Valera en el estado Trujillo, gran parte de su carrera la ha desarrollado en la ciudad de Mérida. Recuerda que desde niño sintió un interés especial por las manualidades, a los doce años comienza a trabajar con un amigo artesano y de él aprende técnicas y procedimientos para la creación de obras artesanales. Con mirada contemplativa hacia una de las piezas expuestas dice: “primero empezamos con lo que era la talabartería, cuero, hacíamos pulseritas. Y después migramos a los metales, al bronce, al cobre y la soldadura, fue muy interesante porque de ahí vienen mis inicios. Íbamos aprendiendo en la calle, de otros amigos, de otros compañeros, y esa experiencia fue muy enriquecedora”.

La talabartería es un oficio ancestral, desde las primeras civilizaciones el hombre aprendió a trabajar la piel de animales con un sentido utilitario; David aprende con la observación directa, con la necesidad de crear piezas para vender. El repetir procedimientos; tal cual lo habrían hechos nuestros antepasados; le permitió desarrollar un conocimiento amplio de las propiedades expresivas al rasgar, cortar, repujar, labrar, tejer, decorar; así como ganar precisión con el empleo de instrumentos apropiados para dicha tarea.

A través de lo empírico, de la experiencia directa con el tratamiento de los materiales, del compartir el oficio con otras personas, exponerlas en la calle, venderlas; se fue moldeando su espíritu y sensibilidad creadora; adquiriendo técnicas y desarrollando su creatividad al diseñar gran variedad de piezas artesanales.

Luego se encuentra con la orfebrería a través de algunos cursos que realiza junto a su compañero de trabajo, aprendiendo otra forma de expresión, esta vez con la manipulación de metales. A través del moldeado, recocido, cincelado, repujado y forjado logra elaborar prendas de plata, cobre y oro.

En estas piezas las texturas tienen una carga importante en su composición; texturas que posee el mismo material y otras generadas por el artista con técnicas de grabado y repujado. En esta fase de su trabajo aparecen además de formas geométricas, formas orgánicas inspiradas en animales.

Nos comenta que ha producido varias series temáticas, entre ellas la serie de los reptiles. Al observar las prendas diseñadas por David podemos visualizar que destaca la sinuosidad de las líneas y el desarrollo de las texturas sobre la materia. No es una representación mimética, es más una reinterpretación de formas naturales, conectadas entre si en una obra única, gracias a la imaginación del artesano.

También es destacable el elemento cromático presente en partes de la pieza, algunas pátinas y esmaltes enriquecen el acabado y potencian las texturas. Elementos estos que veremos más adelante en su obra escultórica.

Se muda a la ciudad de Mérida y allí estudia la licenciatura de Artes Visuales en la Universidad de Los Andes. El encuentro con la academia le permite afianzar algunos de los conocimientos adquiridos en los años previos y adquirir nuevos en otros campos de la expresión plástica. Las técnicas clásicas de la pintura, el grabado y la escultura se suman ahora a todo ese compendio de recursos expresivos aprendidos y empleados en la artesanía y en la orfebrería.

En esta amalgama de elementos y recursos plásticos destacamos la serie de los “Animales Imaginarios”.

Algunos recursos utilizados en la orfebrería y en la talabartería son empleados en estas figuras pero con un sentido escultórico; cambian de proporción y las formas son elevadas a una escala mayor.

En el devenir de los años David García ha consolidado una carrera como creador, generando un lenguaje plástico personal, con elementos que le dan un sello particular y una impronta que define la identidad de su obra.

En la muestra Cuerpo y Trama encontramos con una serie de piezas escultóricas que resumen estos años de investigación creativa, allí en cada una de ellas están presentes los elementos que gracias a la experimentación, manipulación y comprensión, tanto de los materiales como de los instrumentos, se ha concretado en hallazgos artísticos, que impregnan cada obra de un sentido estético y simbólico. La exposición esta conformada por 12 esculturas de orden abstracto y figurativo, en algunas piezas se combinan estas dos condiciones.

Nos indica que la “textura” es un tema central en su investigación plástica, más que un elemento básico de las artes plásticas, como el punto, la línea, la forma, el volumen, entre otros; la textura para él, se convierte en un eje transversal que atraviesa toda la obra. Elemento éste que genera una dialéctica con el aspecto cromático y volumétrico de la escultura. Aunado a esta premisa, observamos que las obras que conforman esta muestra están construidas a través del tejido, técnica aprendida y aplicada en sus obras de artesanía con materiales tradicionales; pero en esta ocasión; el tejido está labrado en metal.

El entramado rítmico generado por el cruce de tiras de metal dan la corporalidad a cada pieza. En ocasiones es una trama ordenada, en otras caótica y arbitraria; en algunos segmentos cerrada y en otros abierta. Esta yuxtaposición de cintas metálicas y las divergencias rítmicas, dan una cualidad particular a la superficie. Al acercarnos a cada pieza encontramos una estructura de orden abstracto.

También hay variaciones en los espesores de las cintas de metal, cambios de dirección, ensortijado de barras. En algunos puntos el tejido es construido con el ensamblado y cruce de las tiras y en otras secciones unidas con soldadura.

Observar algunas de las piezas nos remite a elementos presentes en la cestería tradicional, también a arquetipos culturales ancestrales. La verticalidad presente en la estructura compositiva marca la mayoría de estas esculturas.

Otro elemento a destacar en estas obras, es el aspecto cromático, la pieza después de construida o ensamblada es intervenida con esmaltes y pigmentos, hay zonas de colores mate y otras presenta áreas brillantes, propio de las joyas. Vemos entonces una amalgama de recursos plásticos y estéticos propios de la artesanía y la orfebrería en cada una de estas formas escultóricas. El autor con su experticia como artesano y artista logra armonizar todos estos elementos y convertirlos en una obra de arte.

Otra serie de obras presentes en la muestra son las de carácter figurativo, es decir que nos remite a objetos reconocibles de la realidad. Vemos la representación de animales, en esta ocasión caballos y toros. También la figura humana, con una visión particular.

Al representar el caballo o el toro, no se conforma con la representación mimética de las formas anatómicas de dichos animales, más bien busca exagerar algunas proporciones reinterpretando las formas y estilizándolas.

Hay partes de la escultura que están moldeadas en metal con un estilo realista, combinadas con la trama tejida, presente en las piezas descritas anteriormente. Las extremidades del animal están exageradas cual si fueran prótesis que alargan sus patas, dándole elegancia a la forma. Hay partes soldadas y también ensamblaje de piezas recicladas de objetos metálicos y mecánicos. Al igual que las obras de estilo abstracto David aplica pátinas y esmaltes de color, armonizando con los colores propios del metal, que en algunas zonas queda al desnudo sin tratamiento o simplemente lijado. En estas obras se destaca una paleta de colores cálidos.

Finalmente dentro de esta serie encontramos también la representación de lo humano, a través de esculturas que muestran rostros construidos mediante la utilización del tejido entramado de cintas metálicas, con el mismo estilo desenfadado, arbitrario, caótico; en algunas piezas estas características están más marcadas; las figuras representadas son rostros humanos que se develan o surgen del tejido, apenas mostrando los rasgos mas significativos, con un acabado esquemático no realista. Aquí percibimos una obra conformada entre una mezcla de elementos abstractos y figurativos. Esta relación le da a la obra una carga subjetiva y simbólica mayor, en contraposición a las que conforman las series de orden abstracto. Para David estas esculturas representan la angustia del hombre contemporáneo, su incertidumbre, producto de la ruptura de paradigmas sociales y económicos, también al hombre atrapado o desplazado por conflictos bélicos.

Entre las esculturas, una destaca del conjunto por su tamaño y peso visual, la misma nos muestra un rostro humano inmerso y suspendido dentro de una estructura tejida. Ésta estructura funciona como una especie de jaula que contiene un ser atrapado.

En relación a esta obra David nos comenta: “Todo artista imprime en la obra sus emociones, su dolor, su angustia. Por ejemplo, en una de las obras, la que tiene tres niveles, la grande, muestro lo que he venido trabajando; la angustia del ser humano, y cómo manifestarlo a través de mi arte. Entonces, aveces uno en la obra muestra la frustración y otros estados anímicos. Hay una conexión espiritual, y como creadores somos como pequeños dioses, que crean sus propios mundos, con una cosmovisión personal ”.

Cada una de las obras que el artista comparte en esta exposición nos muestra ese mundo imaginario, generado desde su propia cosmovisión, aveces lleno de fantasía y otras de confusión, gestado siempre desde la honestidad de su oficio, de la transformación de la materia. Con estas palabras David describe su proceso al crear: “Uno en este trayecto se ha paseado por diferentes etapas y propuestas artísticas. Entonces, yo no creo que me pueda someter a un estilo fijo. Sino que... por ejemplo, para ilustrar este trabajo último que tengo, es casi todo hecho tejiendo el metal. Hace tiempo yo quería elaborar eso. Yo lo hacía en orfebrería. Pero después empecé a hacerlo aquí con la escultura. Y de repente vi que la concreción formal era interesante. Entonces, en primera instancia, cuando empecé, yo no quería tener referencias objetuales; si la pieza se me parecía a una piña o cualquier otro objeto; le daba más martillo y porra para que cambiara, buscaba deconstruir la pieza. Y estuve aproximadamente dos años en esa indagación. No usaba color. Pero en esta propuesta, en estos nuevos trabajos, integré color y más formas, más figuración, menos abstracción. Y lo que hice fue combinar ”.

Los paradigmas del arte han cambiado aceleradamente en los últimos años, el arte contemporáneo se ha alimentado de las nuevas tendencias. Tendencias que miran cada vez mas hacia la virtualidad, hacia el arte no objetual, las nuevas tecnologías permiten la digitalización de imágenes, su reproducción masiva, las galerías y museos en buena medida han sido sustituidos por redes sociales, la posibilidad de imprimir objetos en 3D sustituyen en ocasiones al escultor, la inteligencia artificial es cada vez más eficiente en la generación de imágenes a partir de un algoritmo. En medio de este contexto, encontramos a David García; artesano, orfebre, escultor y artista plástico integral, con una propuesta que parte del oficio y de la implementación de técnicas ancestrales directamente sobre la materia, procedimientos y conceptos que logran tener aún vigencia, que se configuran en una voz que interpreta, cuestiona, armoniza y es reflejo de su tiempo sin perder la conexión con lo humano y con la espiritualidad, elementos estos que según él, encuentra cada mañana al comenzar un nuevo día y mirar a través de la ventana de su taller la Sierra Nevada merideña.

David García (1964) nace en Valera, Estado Trujillo, Venezuela, allí se inició en el oficio de la artesanía. En la ciudad de Mérida se desempeñó como artesano orfebre. Estudió en la Universidad de los Andes obteniendo el título de Licenciado en Diseño Gráfico (2008).

Ha participado en muestras colectivas e individuales, en salones y certámenes de arte a nivel regional y nacional (Venezuela). En Colombia, ha participado en cuatro eventos internacionales. Su obra varía desde la orfebrería, pintura y escultura, predominando su planteamiento plástico “la textura como materia prima”.

En su trayectoria artística destacan los siguientes premios: