Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez, Mérida, Venezuela1,2,3,4,5
tuliocarr@gmail.com1
luisamolinag48@gmail.com2
miryanpinzon8@gmail.com3
eqbdev@gmail.com4
jorgeoctaviorondon@gmail.com5
Fecha de recepción: 26/09/2024
Fecha de aceptación: 19/02/2025
Pág: 2 – 36
El estudio indagó sobre la dinámica de interacción participativa en pos del
conocimiento para la acreditación de saberes desde la autobiografía, la construcción
del portafolio, la creación del trabajo de investigación hasta la generación de
artículos científicos. Se desarrolló durante el acompañamiento a doce comunidades
de aprendizaje, registrando los procesos que viven en su acción cotidiana, para
identificar los elementos críticos que intervienen en la construcción de conocimiento
desde la grupalización; entendida como el mecanismo que activa a las comunidades
de aprendizaje en los estudios abiertos y que, contribuye a impulsar el desarrollo
endógeno local e institucional. Por esta razón, se presenta el recorrido de algunas
comunidades de aprendizaje y su grupalización, como aporte a los estudios abiertos.
Su metódica correspondió al paradigma humanista cualitativo, porque recrea y
reconoce los momentos vividos del proceso formativo. La recolección de información fue por medio del fichaje, cuadernos de notas,
registro de opiniones y anécdotas de informantes clave; para luego, generar este
documento de carácter critico reflexivo que destaca el entramado situacional
de compartir y promover la construcción de conocimiento, la gestión cognitivo
afectiva, la autonomía responsable y comprometida que se vive en la interacción.
Sobresalen como factores críticos: la importancia de la inducción, la necesidad
de acompañamiento, el interés de favorecer la autenticidad, originalidad y la
construcción de conocimiento para la acreditación con probidad. Como reflexión,
se trasciende del espacio humano a lo académico, donde los modos de indagación
y la relación afectiva son ejes transversales que aseguran el proceso formativo vivido.
Palabras clave: acreditación de saberes, autobiografía, comunidad de aprendizaje e investigación, estudios abiertos, portafolio.
The purpose of this study was to investigate the dynamics of participatory social in
pursuit of knowledge for the accreditation of knowledge, arising from the interest
of the authors from the autobiographical story, the construction of the portfolio of
knowledge, the creation of the research work and the generation of scientific articles.
This experience was developed during the accompaniment of twelve communities,
to identify the critical elements that intervene in the construction of knowledge
from grouping, understood as the mechanism that activates learning communities
in open studies, which contribute to some extent to promote the endogenous
development of local communities or institutions. For this reason, we present the
paths of some learning communities and their grouping, as a contribution to open
studies. It is located in the qualitative humanist paradigm, because it recreates
and recognizes the moments lived in the training process of key informants. The
collection of information took place during the training accompaniments, notebooks,
opinions and anecdotes of key informants and other documents; to then generate
this document of a critical reflective nature, which highlights the situational
framework of sharing and promoting the construction of knowledge within learning
communities. This led to the unveiling of affective cognitive management, the
responsible and committed autonomy that is experienced in social interaction.
Authenticity and originality in the dynamics of knowledge and collective knowledge
construction stand out as critical factors accreditation processes transcend the
academic human space, forms of research, such as the promotion of development
and affective relationships, being preponderant transversal axes.
Key words: accreditation of knowledge, autobiography, learning and research
community, open studies, portfolio.
Esta obra está bajo licencia CC BY-NC-SA 4.0
La educación se constituye en el medio humano para el impulso de la actuación social y
formación cultural, con la cual, se logra la verdadera transformación de las personas, familias
y comunidades. Es también, una oportunidad noble y altamente espiritual, en la que se
transmiten saberes a las siguientes generaciones; siendo un componente inquebrantable de la
herencia socio cultural, vislumbrándose como fuente inagotable de conocimiento, influyendo
inexorablemente siglo tras siglo en las maneras y modos de vivirla, a fin de activar otras
formas de desarrollar la instrucción, para que pueda atender a todos por igual en cualquier
lugar. Por ello, la educación transcurre longitudinalmente desde los primeros años de vida en
la conducción personal dentro del seno familiar, como de la esfera colectiva en el medio escolar
y luego en lo social; incluyendo acciones que conllevan a autoeducarse y autoformarse. Aun
cuando estas últimas, no representen un factor importante para la educación convencional u
oficial, pero si lo es para el propio desarrollo humano.
En cuanto al ámbito de la educación convencional desde una perspectiva crítica, ésta ha
transitado en un devenir de aciertos y fallos, avances y atrasos que históricamente dan paso
a diversas metodologías, procedimientos y diseños de instrucción emergentes y alternativos,
tratando de ser cada vez más cónsonos con los momentos que se viven en cada localidad,
sociedad o época de la humanidad. Haciéndose obviamente, el mayor énfasis siempre en el
ser humano que recibe y comparte la instrucción, como fin ulterior de la educación; así lo
establece la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2008), al
exponer que se han de destinar todos y cada uno de los esfuerzos curriculares que ello implica;
puesto que ha de asegurarse en buena medida, el logro de los fines educativos tanto en calidad
y equidad como en atención, desde la formación inicial hasta la universitaria donde se han
ejecutado interesantes transformaciones. Siendo el nivel universitario, el contexto del presente
estudio, específicamente las Comunidades de Aprendizaje de Estudios Abiertos adscritas a la
Universidad Politécnica Territorial Kléber Ramírez, en el estado Mérida, Venezuela.
Ante las transformaciones que se han suscitado en el mencionado nivel educativo, Elboj et
al. (2006), afirman que “lo que es importante y necesario esta dado, en proponer una educación
que luche contra las desigualdades y que consiga una sociedad de la información para todas y
todos, sea cual sea su origen y su condición social” (p. 19); corroborado posteriormente en el
estudio de Angulo y Carrillo (2015), cuando exponen que la educación en el nivel universitario,
“ha de apuntar en un futuro muy cercano, hacia nuevos horizontes y conquistas en todos los
ámbitos de la vida (local, nacional, productiva, social, ambiental), particularmente centrada
en el ser humano, independientemente de donde este se encuentre” (p. 83). Ello indica, el
establecimiento de escenarios en que la persona juegue un rol preponderante como constructor
de su propio conocimiento y su destino, siempre autorresponsable, con una conducta ética que
le permita actuar con seriedad y sapiencia al momento de la toma de sus decisiones y acciones.
Además, se identifique y se comprometa con los ideales de todos al servicio de todos, en el
marco de un enfoque ecológico y humanista, con la comunidad y la región que lo circunda.
Desde esta mirada, considerando el ordenamiento legal del ámbito educativo venezolano,
como contexto macro témporo-espacial del presente artículo, se contempla que la educación
tiene dentro de sus fines, el desarrollo pleno e integral del potencial humano y social de cada
ciudadano que hace vida en el territorio nacional, en lo creativo, intelectual y reflexivo. Dado
que se debe garantizar de este modo, el derecho pleno de cada persona a una formación
permanente e innovadora al tiempo que, sea desarrollada de manera continua y de calidad en
cualquiera de sus modalidades, niveles y localidades.
Esta responsabilidad del estado en la educación, se funda sobre la base de los principios
universales y derechos fundamentales de la persona que lo inspiran, algunos de los cuales se
han establecido en la declaración internacional sobre Educación Inclusiva de la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2008), de los cuales
destacan la participación, responsabilidad, equidad, ética y corresponsabilidad, donde cada
uno de los individuos se expresen y desarrollen en plenitud de igualdad y oportunidades en el
proceso socio-cognitivo y ético-ecológico de forma permanente. Lo cual, ha venido lográndose
mediante las dimensiones onto epistemológicas del desarrollo humano centradas en aprender
a ser, a conocer, a hacer y a convivir; tal como rezan los documentos legales nacionales y
supranacionales consultados en materia de educación y que, sobre la misma se ha venido
desarrollando en la Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez (UPTMKR).
A partir de esta visión, se asegura que es con la educación universitaria y su adecuada
formación integral, con la que cada persona progresa armónica y gradualmente en los aspectos
sociales, económicos, productivos, ético axiológicos y operativos, dentro de las áreas de
formación profesional. En tanto que, pueda potenciar los ámbitos de su desarrollo (cognitivo,
afectivo, creativo), como son los artísticos, humanísticos, científicos y los tecnológicos que
se implementan dentro de los diferentes programas de formación. Porque, logra potenciar
los componentes que le permitan cristalizar el mayor cúmulo de bienestar y autorrealización
humana a lo largo de su vida. Lo que indiscutiblemente, se consolida por medio de iniciativas
innovadoras que lo garantizan, como ha ocurrido con las experiencias institucionales sobre la
acreditación y reconocimiento de saberes. En tal sentido, se han venido ejecutando alternativas
de acción en la UPTMKR, dentro de la cual destaca el Programa de Estudios Abiertos (ProEA)
y sus comunidades de aprendizaje (CA), escenario de estudio del presente documento.
El hecho de contar con esta iniciativa de los estudios abiertos, tiene su sustento en el
ordenamiento legal de la educación universitaria venezolana, a través la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), la Ley Orgánica de Educación (2009), en el artículo 25, literal 2ª, de las condiciones y oportunidades consagra el otorgamiento de acreditaciones y
reconocimientos de aprendizajes, invenciones, experiencias y saberes ancestrales, artesanales,
tradicionales y populares; de quienes no han alcanzado estudios académicos. Sentando así,
las bases jurídicas para el surgimiento y ejecución de iniciativas novedosas de educación, que
contribuyen al pleno desarrollo y formación integral de los ciudadanos. Tal como representa ser
lo concerniente a los estudios abiertos, un diseño de formación impulsado por la Universidad
Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez (2012), a través del Programa universitario
de Estudios Abiertos (ProEA), iniciado bajo la tutela de Miryam Anzola, fundadora de este
programa.
Como antesala del ProEA, es preciso también mencionar lo expresado por Carrillo (2020),
quien expone en su estudio, que en el pasado se desarrollaron otras iniciativas similares de
acreditación, que podrían reconocerse como acontecimientos históricos previos, “así lo establece
la Resolución 0002 del Ministerio del Poder Popular para la Educación del año 2015, surgida
a partir de las innovaciones educativas que se iniciaron en el año 1983 por este ministerio,
acerca de la acreditación de saberes y experiencias en la población de educación de adultos
no escolarizados” (p. 121). El mismo, contemplaba la acreditación, la nivelación, certificación,
prosecución y promoción de estudios en la población de educación de jóvenes y adultos en
Educación Media General. A raíz del cual, se viene implementando la acreditación de saberes y
haceres en el Instituto Nacional de Capacitación Educativa de Mérida (Centro INCES Mérida,
Venezuela), en Educación Media General o bachillerato productivo, que egresa adultos como
Técnico Medio en un oficio especifico.
Otra experiencia considerada en torno a la acreditación, es la llevada a cabo en la
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (2012), citada también en Carrillo
(2020), “iniciada en año 1981 hasta la actualidad, desarrollando el Programa de Acreditación
del Aprendizaje por Experiencia (PAAPE); modalidad educativa, cuyo objetivo es brindarle
oportunidades de ingreso o avance en la educación a quienes han tenido dificultades para ello”
(p. 121). Este se desarrolla, a través del reconocimiento de sus aprendizajes derivados de la
experiencia educativa formal y no formal, que certifica las competencias en correspondencia
con los planes de estudio que ofrece la mencionada universidad. Igualmente, en la Universidad
de Los Andes, por medio del Programa de Estudios Abiertos y Desarrollo Social (PEADS –
ULA, Venezuela) en el año 1980, se desarrolló una iniciativa similar, con una marcada ejecución
en el ámbito socio comunitario, funcionando adscrito a la Facultad de Ciencias Políticas y
Jurídicas (Carrillo, 2020, p. 122).
Sobre este contexto, vale mencionar algunos investigadores que se interesaron sobre el
desarrollo de proyectos educativos alternativos, relacionados con los estudios abiertos y las
comunidades de aprendizaje, pretendiendo conocer los factores integradores que lograban éxito
en cuanto a la superación del fracaso educativo, datando registros de experiencias en Brasil,
Corea y Estados Unidos desde 1968. Así lo expresa Flecha (2006), citado en el prólogo del texto sobre comunidades de aprendizaje de Elboj et al. (2006), que, si bien es un modelo educativo
que concierne a la sociedad de la información, prevalece sobre las desigualdades educativas,
sociales y económicas que en éstos se componen. El autor al mismo tiempo afirma que:
La sociedad industrial ha quedado atrás y es absurdo pretender mantener formas y prácticas educativas que pertenecen a una sociedad ya caduca porque son, evidentemente, formas y prácticas educativas también caducas. Mientras otros ámbitos como la empresa o la sanidad se van transformando acorde con los cambios sociales, nos percatamos de que las aulas y los centros no han cambiado demasiado (p. 6).
Como ha de apreciarse, estos procesos constituyen ser antecedentes significativos tanto
como relevantes, que han ido configurándose en el tiempo y ejecutándose institucionalmente
sobre la base de generar aportes que, devinieron en una interesante propuesta universitaria
para contribuir socio educativamente en la disminución de las desigualdades con procesos de
calidad, dando paso a los Estudios Abiertos en una modalidad universitaria. Tal como se
afirma en la Gaceta Oficial Nº 40.366 del Ministerio del Poder Popular para la Educación
Universitaria (2014), en cuanto a la creación, apertura y funcionamiento del ProEA en la
UPTMKR.
En virtud de lo cual, el documento contempla, define y rige la acreditación de experiencias
y saberes acumulados por los participantes que ingresen a este programa, de cuyo desarrollo
y desenvolvimiento previamente demostrado, sustentado y verificado; conduzca hacia el
otorgamiento de títulos universitarios en Técnico Superior Universitario y Licenciaturas en
sub áreas del conocimiento disciplinar, con el fin de mejorar de manera continua la calidad
de la educación universitaria, junto al Reglamento Especial para Acreditar Experiencias y
Saberes Acumulados del Programa Universitario de Estudios Abiertos (Universidad Politécnica
Territorial de Mérida Kléber Ramírez, 2014). Desde allí, se establecen los principios, bases y
procedimientos que materializan un amalgamado y dinámico articulado desarrollo intelectual,
entrelazando el conocimiento generado a lo largo de la vida en la acción cotidiana, engranándolo
a los mecanismos de prosecución del sistema educativo venezolano, en especial el universitario.
El ProEA se fundamenta en la formulación y ejecución de proyectos de formación
profesional universitaria en núcleos de desarrollo endógeno (comunidades locales o instituciones
públicas), con el propósito de formar a las personas en el marco de un currículo abierto, bajo la
dirección de un tutor para su profesionalización. El objetivo del programa, según se expone en
Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez (2012) mencionado por Angulo
y Carrillo (2015), es el de integrar la actividad docente universitaria gestionando la fusión en
una permanente praxis en la que el docente con el participante, se compenetren en la práctica
de acercarse al estudio, reflexión, análisis y la solución de los problemas locales, regionales o
nacionales investigados. Para con ello, crear la pertinencia social de una “universidad vinculada
con la solución de los problemas fundamentales de educación, salud, justicia social, seguridad, economía, servicios, alimentación y preservación de los recursos ambientales” (p. 45); que
intervenga con equidad en el acceso académico, mediante una política de ingreso cónsona con
las vocaciones individuales, regionales, las aptitudes y las posibilidades geográficas a partir de
nuevos modos de gestión curricular.
Ante tal avance, expresa Rivas (2019) en torno al ProEA que, está conceptualmente
diseñado para “vincularse con el desarrollo de las localidades y zonas geográficas donde se
anclan los proyectos comunitarios de aprendizaje y de investigación e innovación que le dan
operatividad a esta novísima modalidad de trabajo” (p. 267), generando un nuevo conocimiento
en el contexto propio de actuación, contribuyendo de manera significativa con el impulso del
desarrollo endógeno local.
En su momento y dado lo novedoso de la iniciativa, se esperaba que con el ProEA se
pudiese fortalecer la educación universitaria, partiendo de la formación integral, la creación
intelectual y la vinculación socio comunitaria, promoviendo el desarrollo pertinente en lo
social de las funciones, programas y actividades de formación en las instituciones de educación
universitaria. No obstante hoy, a más de una década de su implementación, se observa que se
han superado las expectativas matriculares de ingreso, permanencia y titulación, continuando
con la prosecución hacia los estudios de postgrado. De los cuales también la UPTMKR, ha
desarrollado tres líneas de formación e investigación (Pedagogía Crítica, Ecología del Desarrollo
Humano y Gestión para la Creación Intelectual), donde los participantes pueden proseguir
su desarrollo intelectual, científico, tecnológico y humanístico de formación, (especialidad,
maestría y doctorado), como parte de un continuo proceso de construcción de conocimiento.
Situación ésta, que en la actualidad ha venido incrementando su matrícula y el rango de
atención abarca la geografía nacional, en razón del espíritu de territorialidad de los procesos
de atención, inclusión, formación y construcción de conocimiento propios de la UPTMKR. En
este modelo del ProEA, Anzola (2014), propone:
(...) la cristalización del proceso de profundización democrática de la educación universitaria, sobre la base de la igualdad de condiciones a fin de coadyuvar en la articulación de las instituciones de educación universitaria y las comunidades, con movimientos sociales y colectivos organizados, la territorialidad en la construcción de la universidad pueblo” (p. 103).
Además de la naturaleza, fines, principios y alcances de su diseño, como de la metodología
institucional, Rivas (2019), manifiesta que, debido a la novedosa singularidad, en el ProEA
residen los retos que involucran la operatividad de la gestión curricular y de la práctica
académica registrada en la bitácora, llevada a cabo por los miembros de la comunidad. En
el entendido que, cada una de las comunidades de aprendizaje se convierte en substancia
de una “permanente autoevaluación para generar acciones constructivas que re-orienten su
desempeño. Igual veeduría y acompañamiento institucional realiza el Programa de Estudios Abiertos (ProEA) encargado de administrar, supervisar y evaluar formativamente el curso de
sus acciones y logros universitarios” (p. 269).
Se cuenta entonces, con la organización grupal autogestionada para la planificación,
ejecución y valoración de los encuentros de saberes (charlas, debates, foros y otras iniciativas
didácticas que pueden ser consideradas a juicio de los participantes); que, junto al tutor
considerado para la socialización, actualización y mediación del conocimiento, luego es
evidenciado en los productos intelectuales, en función de la matriz o malla curricular acordada.
Se establece esta, por periodos y unidades crédito de los campos de conocimiento o seminarios,
cuya ejecución está signada claramente:
(...) por el método andragógico, la autoformación y la formación cooperativa que genera la filosofía del paradigma de los Estudios Abiertos y la dinámica producida por los participantes en su trayecto, por la matriz curricular y su acción transformadora sobre la realidad (...) (Rivas, 2019, p. 270).
De lo expresado se menciona la elaboración de la autobiografía, la construcción del portafolio de saberes y experiencias como de la propuesta de investigación; así como de la formulación de talleres y seminarios, laboratorios y proyectos; otras estrategias metodológicas como son las de socialización de saberes, coloquios, debates, encuentros y, demás actividades grupales. Contando en su implementación con tutorías – asesorías personalizadas, con jornadas de trabajo colectivo que vienen ejecutándose en una dinámica grupal activa y horizontalizada, acompañados de coloquios de pares, indagaciones de campo o sistematizaciones de experiencias. Las mismas, contribuyen a una relación didáctica participativa y dialógica con el conocimiento disciplinar en acción, que conduce al aprendizaje consciente y significativo.
Para dar cumplimiento a lo señalado, esta propuesta universitaria se enmarca a partir de
la visión curricular en un modelo de plan de estudio más flexible, participativo y abierto,
centrado en el participante. Un modelo planteado a la luz de la acreditación, que considera de
suma importancia la formación continua del participante (sus saberes y haceres); en el que
se permita de manera consciente construir conocimiento en colectivo del quehacer humano,
enmarcado dentro del enfoque de la educación alternativa. Lo anterior, ha sido expuesto
detalladamente en Montero (2022), al referir que este se centra en una visión óntica y en el
desarrollo real de la persona que participa porque, está contextualizado dentro del paradigma
humanista de la educación universitaria.
Estos son los espacios propicios de presentación, verificación y demostración de sus saberes
y haceres, ubicados en campos del conocimiento sobre los cuales se articulan los saberes
disciplinarios, a fin de fortalecer y acreditar esos conocimientos como individuales y colectivos.
Esto es referido por Carrillo (2020), como la grupalización, una singular dinámica que viene conjugándose para la reconstrucción dialógica teórico praxiológica de conocimientos, a partir
de lo que cada participante posee y da cuenta de sí, quien a su vez reorganiza, comparte,
transfiere y aporta a los demás miembros de su comunidad. “Procesos estos dentro de los
cuales, se admita el desarrollo del ser humano y por ende, de sus comunidades locales o
institucionales en relaciones dialógicas dialogizantes de entreayuda grupal a partir de posturas
más auténticas, reales y contextualizadas” (p. 134). Las mismas, van tributando a una línea
de investigación construida por cada participante, dentro del propio escenario vivido como
contexto de actuación praxiológico y gnoseológico, que lo guía para el otorgamiento posterior
de un título o grado académico, con la exigencia, profundidad y rigurosidad de cada nivel
establecido en el normativo vigente del ProEA.
De este modo, siguiendo con lo expresado por Alonso y Carrillo (2017), argumentan que
es efectivamente en esta modalidad de estudios donde “emergen dinámicas de dialogicidad
construccionista, sintiéndose como un deseo cristalizado en muchas comunidades organizadas
en pos del conocimiento que ha surgido inicialmente de manera espontánea en estos grupos,
viéndose posteriormente en una realidad, desde el enfoque empírico praxiológico” (p. 45). En el
ProEA, se contempla principalmente la acreditación de saberes y aprendizajes por experiencias
acumuladas de las personas, como un mecanismo académico de reconocimiento y valoración
para la formulación curricular, que según Montero (2022), surge a partir de la valoración de
los aprendizajes “informales y no formales del participante, acumulados a lo largo de su vida,
que cobran vitalidad y vigencia desde el ser que evoluciona con pertinencia académica y social,
al estar inmersos en esta inédita experiencia universitaria” (p. 35).
En el mismo contexto, sobresale la importancia de la transformación del diseño curricular
que promueve el ProEA, del prescriptivo pre existente (que en la actualidad se implementa
en la educación universitaria), hacia uno más congruente con el talento, intelecto y desarrollo
integral del participante; donde se promueve la dilución del currículo oculto, que ha dificultado
el hecho andragógico en la formación académico profesional de las generaciones de relevo. Todo
ello, se expresa en lo aportado por Angulo y Carrillo (2015), sobre el currículo que permita
garantizar:
(...) un modelo más amplio flexible y reflexivo, donde el estudiante no sea necesariamente visto como tal, sino que se le reconozca como un ente que participa activamente con historia propia. Un protagonista que de manera directa y activa se inquieta y moviliza en la promoción de su propio aprendizaje, fomentando desde él, su formación integral, la investigación y el trabajo inter y multidisciplinario para la construcción consciente de su conocimiento. Pudiéndose demostrar con la interacción dialógica de pares, otros saberes vinculantes o no, pero igualmente válidos, a su proceso de desarrollo intelectual (p. 119).
De lo anterior, se destaca la participación en favor de mejorar el entorno laboral o comunitario con proyectos de investigación para el desarrollo endógeno sostenible de los territorios, comunidades o instituciones. Lo cual se alcanza, al motivar y permitirle al participante socializar sus saberes y haceres en los grupos sociales con los que interactúa dentro de esta dinámica grupalizadora en pos del currículo elaborado. El conocimiento entonces, cobra nuevos significados en un nivel de conciencia que transcienden la esfera de su propia actuación, generando un marco de relaciones participativas signadas por la confianza con la entreayuda grupalizada. Ello, indiscutiblemente va potenciando sus posibilidades de generar y divulgar conocimiento, aprendiendo más allá de lo esperado y facilitando saberes a sus pares, dentro de una atmósfera de trabajo colaborativo, horizontal y flexible, que tributa en un diseño curricular innovador, del cual se hace su descripción más adelante.
Esta nueva forma de gestión intragrupal de saberes construidos, se convierte en un círculo
de interacción social participativo, ha sido pensado como la comunidad de aprendizaje,
definida en Universidad Politécnica Territorial de Mérida Kléber Ramírez (2012) y Motta
(2019), como un lugar humano de valoración del ser que le ofrece al participante como
miembro activo de ésta, no solo la posibilidad de compartir saberes, sino que además,
“propicia el entorno adecuado de desarrollo socio afectivo menos rígido, más horizontal para
continuar con la formación que ha iniciado de manera no formal o informal, de carácter
académico” (Motta, 2019, p. 114). Por su parte, Carrillo (2020), la define como “aquel espacio
de dinámica grupal humana para la congregación, encuentro, interactividad, participación,
aprendizaje y construcción del conocimiento, para el intercambio y valoración de saberes
acumulados” (p. 131), pues que se concibe como un espacio experiencial intervinculante
de la acción humana, donde se da un mayor dinamismo intelectual para el desarrollo de la
didáctica colaborativa, en el que la investigación se convierte en un eje transversal dinamizador.
Una comunidad de aprendizaje es también un espacio humano, que según Rondón (2023),
se constituye “en una sala de investigación y desarrollo de proyectos socio comunitario, que
contribuya a apuntalar la construcción del bienestar local o regional” (p. 112), mediante
la generación colectiva de saberes y el empoderamiento del desarrollo local e institucional,
vinculándose con otros, articulándose su acción personal, profesional, de oficio o laboral en una
ejecución universitaria que dé cuenta de los saberes adquiridos a lo largo de su vida. Lo que da
paso a fases de construcción de conocimiento como son “la sistematización, la investigación, la
socialización y el aprendizaje cooperativo” (p. 201), destacado en Carrillo et al. (2022).
Vale decir, que las comunidades de aprendizaje apuntan a la transformación en los modos de
pensar y hacer universidad, desde lo social y cultural que influye positivamente en su entorno,
cuya interacción participativa emerge y se mantiene en el aprendizaje dialógico y la investigación
para la construcción del conocimiento. Suponiendo ello, como expresa Flecha (2006), que deba
reorganizarlo todo, desde el lugar de encuentro hasta la organización y sistematización de los
saberes de la comunidad; bien sea una institución, un barrio o un pueblo, pero siempre con base en el diálogo gratificante y enriquecedor que se extiende a todos y para todos.
Es preciso señalar en cuanto al registro, sistematización de las experiencias, vivencias y
encuentros con la realidad de las comunidades de aprendizaje, que en este estudio se efectuó el
acompañamiento a trece de ellas, las cuales debían estar activas adscritas al ProEA, en cuyo
desarrollo de actividades estuvieran contando con periodos de manera continua y presencial.
En cuanto a la caracterización, destaca que las trece comunidades de aprendizaje están
distribuidas geográficamente en cinco territorios municipales del estado Mérida, Venezuela;
identificadas a su vez y para fines de este estudio, por siglas que las denotan, ubicadas en orden
de acompañamiento en Mérida, Libertador (CA-FUNMER, CA-ANDRA, CA-CORPAN,
CA-CENTO, CA-CEIDA, CA-ODSEP, CA-ADECH, CA-HEATUR y CA-ETEO); Tovar,
Tovar (CA-ORDELC); Lagunillas, Sucre (CA-DOURI); Ejido, Campo Elías (CA-GESCUR) y
El Vigía, Alberto Adriani (CA-ODORO).
De allí que, se estableció la actividad cotidiana de los encuentros, la cercanía y accesibilidad,
su vinculación directa con los investigadores, el número significativo de encuentros registrados
en su bitácora; así como el hecho de contar con tutores académicos y de investigación o que
los investigadores pudieran haber pertenecido a alguna de estas comunidades de aprendizaje,
en calidad de participante. Igualmente se destaca que, los registros de campo llevados a cabo
durante el estudio para la recolección de información fueron el fichaje, cuadernos de notas,
registro de opiniones y anécdotas de informantes clave, ameritando de un procesamiento de
análisis cualitativo, aportado por Piñero y Rivera (2013), en sus orientaciones metodológicas, de
las que se destacan la inferencia, interpretación, análisis descriptivo y reflexión desarrollados por
medio de la triangulación. Este procedimiento permitió obtener los resultados correspondientes
o hallazgos, que condujeron a la identificación de los factores críticos (categorías emergentes).
De allí, sobresalen las posturas de los referentes teóricos como sustento base para las discusiones
y reflexiones de los investigadores.
En este sentido, se aprecia que durante las actividades de acompañamiento formativo
desarrollado por los investigadores a estas trece comunidades (dentro de las cuales, se incluyen
actividades tales como la facilitación de seminarios, tutorías, socializaciones, avances de
portafolios y veedurías); se encontró que los recorridos académicos son identificados como
trayectos o momentos, ejecutándose cada uno según la grupalización de la comunidad
de aprendizaje, siguiendo las orientaciones propias ocurridas en el taller introductorio de
inducción, que se ejecuta al inicio del proceso formativo, a cargo de los facilitadores del
ProEA. Lo cual, es generado a partir de la construcción colectiva del proyecto de comunidad y
considerando en primer lugar, el relato autobiográfico como una narrativa que expone el escrito
sobre la propia historia de vida del participante; donde cada relato contiene sus experiencias,
vivencias, evidencias sobre los conocimientos previos construidos y los intereses particulares - colectivos en pro de mejorar el entorno.
Estas narrativas son de formato variado, la mayoría de su propio puño y letra en hojas
o libretas con borrones y notas marginales, que muestran con timidez y luego con emoción,
siendo socializadas por cada uno en comunidad, que como bien expresan, van destacando
acontecimientos y saberes que antes no tenían el valor o reconocimiento consciente, que
alcanzan para ese momento. Muchos de los cuales, son coincidentes en procesos similares de
vida, manifestando que este ejercicio de mirar a su pasado, les ayuda a identificar sus fortalezas
e intereses por aprender, además les contribuye a sentirse acompañados y comprendidos, en
parte a entenderse y reflejarse en otros, activando la autorreflexión y autoconfianza, como un
recorrido de autovaloración del ser.
De este primer hallazgo cabe destacar, lo afirmado por Carrillo et al. (2022), al mencionar
que, junto a las vivencias personales de cada participante, también se exponen sus expectativas
e intereses de formación, que van a ser superadas en la dinámica de gestión del conocimiento.
En este caso, se genera de la interacción participativa durante la grupalización de la comunidad
de aprendizaje; conjugándose con los deseos y requerimientos de actualización y sobre las
necesidades de reconocimiento y autorrealización personal. Se confluye en la búsqueda de
conocimientos más significativos en el participante, promoviéndose desde esta actuación grupal,
una relación gnoseológica en la que aquellos que han alcanzado mayor nivel de desarrollo
intelectual, comparten los saberes consolidados a sus pares contribuyendo con la generación de
posturas más autónomas de construcción de conocimiento. Promoviendo con ello, el efecto de
cascada del conocimiento en comunidad. Dado que este momento inicial, contribuye a que cada
historia personal sea vivida lo más real posible, para que el participante vaya mostrándose de
manera genuina a través de las experiencias que van dejando huellas.
Al mismo tiempo, tales experiencias son motivo de reflexión tanto desde un ámbito histórico
político, como académico o social y cultural; generando mayor interés por investigar sobre lo
que acontece dentro de la comunidad de aprendizaje, al igual que, se constituye en un material
de trabajo desde lo personal, que decanta en una línea de investigación. Es aquí, donde emerge
la narración autobiográfica como un acontecimiento especial, genuino y autentico, que va
cobrando valor para el participante de la comunidad de aprendizaje, al verse a sí mismo como
un autor - protagonista – investigador - promotor del desarrollo, en sus procesos de formación
– aprendizaje; coincidiendo con los aportes que proporcionan en su momento, investigadores
como García et al. (2016), también Carrillo et al. (2022).
Sin lugar a dudas, es durante los encuentros, cuando los participantes exteriorizan que es
una vivencia autentica y genuina del relato autobiográfico, en la que se destacan los saberes,
actitudes, habilidades y destrezas propias; lo que va activando la interacción horizontal de
pares. También, emergen procesos creativos de innovación y apropiación de nuevos saberes o
contenidos, sin prejuicios o temores por ser cuestionados, valorando los aprendizajes alcanzados.
Todo esto, según manifiestan ellos, han de ser cónsonos con los cambios y avances tecnológicos,
históricos, económicos o sociales del entorno humano ecológico en el que se desenvuelve la
persona. Otros en cambio, expresan que se van haciendo más propios y significativos todos los
conocimientos, pues de lo contrario no tendría sentido la grupalización dentro de la comunidad
de aprendizaje.
En el contexto venezolano, la educación en el sector universitario ha sido concebida como
una de las grandes prioridades del estado venezolano, siendo además, fundamental para la
consolidación, desarrollo y crecimiento tecnológico, académico, político y socio económico del
país; muchos participantes coinciden en exteriorizar que, es importante entonces, reconocerla
como el espacio propicio para generar movimientos académicos que aseguren el principio de
territorialidad de la universidad en el desarrollo de la nación. Es por ello que, la pertinencia
de esta propuesta de los estudios abiertos, permite este crecimiento y desarrollo intelectual
deseado en materia universitaria. Para la mayoría de los participantes y así lo dejan saber
enfáticamente, establecer el diseño de un plan de estudios (matriz curricular), articulado
con sus haceres y saberes, les permite comprender una nueva dimensión del mecanismo de
reconocimiento y acreditación por medio del portafolio e investigación, hacia la obtención de
un título universitario, en términos de probidad académica.
Al respecto, Rondón (2023), considerando sus conclusiones sobre este tema, apunta que:
La investigación se realiza partiendo de la base de que cada área o tema está aportando a la solución de la problemática o necesidad de la comunidad local o institucional en la que todos están inmersos y poseen un interés en aportar a la solución, convirtiéndose en el foco de interés de la totalidad de participantes. Lo que genera empatía en la comunidad, configurándose un equipo de trabajo que propulsa en idéntico sentido independientemente de los beneficios particulares (p. 98).
Otro aspecto a tener en cuenta dentro de la comunidad de aprendizaje, es que a medida que la comunidad va encaminándose en su desarrollo como círculo de estudio autodirigido, experimentará un avance por fases, en el que Rondón (2023) expone “1.- fase de Aprendizaje, 2.-fase de Investigación, 3.- fase de Producción y 4.- fase de Integración a Redes, productivas o de divulgación de la investigación” (p. 101), en las que los participantes comienzan a tener mayor conciencia del crecimiento intelectual, que experimentan en su proceso de construcción de conocimiento.
En consideración a los elementos expuestos anteriormente, el proceso de construcción
curricular es generado en la acción cotidiana de la comunidad de aprendizaje, a partir del
propósito concebido en su proyecto, acompañado de los elementos curriculares propios del
modelo del ProEA. Proceso este, que se da sobre la premisa de crear opciones de solución (con el enfoque socio crítico), a los requerimientos socio comunitarios, ecológicos y socio económicos,
dando ocasión de validar sus saberes. Lo cual, otorga de vida académica universitaria
territorializada a los miembros de la comunidad de aprendizaje, resultando ser una innovación
curricular desde la propia acción.
De allí que, sea en el marco de una visión curricular más flexible y con apertura a otros
componentes ontoepistémicos generados en la propia construcción del participante; Vílchez
(2004), señala que la elaboración de la malla o matriz curricular debe ser vista como un
conjunto organizado de saberes y aprendizajes articulados, donde se involucren y se relacionen
experiencias de carácter valorativa actitudinal, así como de saberes compartidos entre los
participantes y los facilitadores en una dinámica siempre dialógica. Permite también, demostrar
y desarrollar las diferentes potencialidades, que a su vez participen en el proceso continuo de
innovación - evolución personal o colectiva en los campos del conocimiento destacados.
De esta manera, el currículo construido y ejecutado en la grupalización, se constituye
en una propuesta educativa formativa que emerge del seno de la comunidad de aprendizaje,
inicialmente con los relatos autobiográficos, desarrollada en escenarios sociales específicos que
lo determinan, fortaleciéndose en su dinámica participativa. Tiene, por tanto un carácter
contextualizador vital que le estampa esa marca particular de las comunidades de aprendizaje,
que amplía su transferibilidad a otros espacios disímiles. Respondiendo de este modo, a los
requerimientos que el momento le imprime a la acreditación con alto desarrollo humano. Pues
como lo plantea Rivas (2019), se entrelaza una propuesta personal con lo grupal, desde una
visión praxiológica que se fundamenta en supuestos no solo onto epistemológicos, sociales;
sino que se asientan en lo psicológico y educativo, claramente explícitos por la comunidad de
aprendizaje, que nutren la gestión curricular de la universidad y por tanto del ProEA.
Cada participante en las comunidades de aprendizaje observadas, aportan una propuesta
de matriz curricular dentro de los estudios universitarios con pertinencia social, dado que al
ser más flexible y viable su creación y ejecución, responde a lo establecido por la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (1998), sobre una educación
permanente, integradora, identificada con las ciencias y las humanidades, que pueda darse
“a lo largo de la vida y a cualquier edad, tomando debidamente en cuenta las competencias
adquiridas anteriormente. En consecuencia, el acceso a la educación superior no podrá
admitir discriminación alguna” (p. 6); para que cada persona se forme, instruya y se capacite
para aprender, desaprender y reaprender continuamente en pro del impulso de patrones de
organización académica y curricular flexibles, pudiendo aportar desde sus saberes en el diseño
curricular.
Visto de esta manera, el currículo en el ProEA es una práctica incluyente con pertinencia
en lo social, al convertirse en una estrategia generadora de nuevas experiencias de aprendizaje;
un ejercicio ético que activa la autonomía de quienes participan de su construcción, que por su dimensión práctica se vuelve interpretable y abierto. Al tiempo de estar signado
por la reflexión sobre su práctica compartida, contrastada críticamente con la realidad del
participante haciendo que su diseño y desarrollo pueda identificarse en su tratamiento con la
investigación reflexión acción. Además, ofrece diversas oportunidades, capacidades didácticas
y la investigación inter y transdisciplinaria, amalgamando dialógicamente el aprendizaje social
y los saberes de las comunidades. Tal circunstancia, permite la identificación y el desarrollo de
potencialidades individuales y colectivas en el contexto mismo de esa acción cotidiana (vale
decir, dentro de las instituciones, clubes, organizaciones, asociaciones, gremios o al aire libre),
así como en la generación de experiencias de formación permanente, que puedan ser llevadas a
cabo en espacios no convencionales.
Se hace oportuno expresar, que con esta modalidad se alcanza una innovación académica en
lo que corresponde al diseño del currículo universitario, sustentándose en el enfoque orientativo
del currículo abierto y flexible, que bien se fundamenta en el paradigma constructivista.
Lo que arroja como resultado que, durante los acompañamientos formativos realizados, los
participantes socializan que no solo se hace vida académica en la comunidad de aprendizaje,
sino que pueden demostrarse los saberes acumulados a lo largo de la vida, elaborando y
socializando sus producciones, en campos del saber inter y transdisciplinar.
Se ha observado en este punto, que se va fortaleciendo el desarrollo intelectual durante la
dinámica de participación del saber que posee la persona; es decir, la razón ontológica en la
que se construye un nuevo aprendizaje por medio de la investigación, surge desde el contexto
real de actuación socio académica en el que cada uno está inmerso, marcando de originalidad
su experiencia de indagación. Esta se lleva a cabo durante la interacción social participativa
de los conocimientos compartidos y de su aplicación al contexto donde se desenvuelve, pues
lo desarrolla con profundidad teórica y pertinencia socio comunitaria a partir de su propia
práctica cotidiana, envistiéndose de alta significatividad en virtud del conocimiento construido;
es decir, la razón epistemológica.
Apreciando estas experiencias, se demuestra que el currículo flexible permite indagar en la
historia propia de formación del participante auto comprometido, dentro una postura reflexivo
polivalente, que valora el discernimiento y logros en el marco de una disciplina, (propiciando la
inter y transdisciplinariedad), al ubicarse en el campo de conocimiento específico y al ejercerlo
en la resolución de problemas reales. Es a partir de estas experiencias en los campos de
conocimiento disciplinar, que Barnes (1997), menciona que una de las ventajas del modelo de
la organización curricular flexible es que, “sin perder de vista el rigor académico, se brinde una
gama de opciones para la formación profesional donde el estudiante pueda participar directa
y activamente en el diseño del propio programa, que fortalezca la capacidad formativa y la
investigación interdisciplinaria"(p. 9).
Se constata durante los acompañamientos que, cada participante a través de sus saberes y experiencias, pudo decidir con objetividad, voluntad y libertad la organización de su
matriz curricular, observándose su pertinencia en el desempeño de su proyecto de vida, tanto
académico como profesional. Mediante esta alternativa que ofrece la institución universitaria a
las comunidades proporciona un proceso vivencial individual – colectivo, que como se aprecia
más adelante, cobra valor cualitativo cuando se da inicio con la elaboración de la autobiografía,
en el caso del ProEA.
En relación a la autobiografía se ha encontrado que, durante el acompañamiento formativo,
los participantes socializan su relato autobiográfico, el cual resulta ser altamente pertinente
y significativo. Es un procedimiento estratégico de escritura, consistente en una elaboración
autentica y genuina, en la que la narrativa se realiza acerca de su propia vida. Esta es una
construcción que, según los mismos participantes, ha sido una fase enriquecedora debido a
que es la primera construcción que abre paso a los diferentes trayectos de encuentro con el
conocimiento y, de donde emergen de manera consciente, otros procesos de auto afirmación,
auto reconocimiento y autovaloración importantes para su desarrollo personal y académico.
Este procedimiento estratégico, ocurre al inicio de la conformación de cada comunidad,
cuando cada integrante tiene la oportunidad de autodescribirse y de reconstruir su historia de
vida personal a través de los sucesos a lo largo de su existencia, destacando sus etapas de vida e
hitos importantes en las situaciones o aspectos éticos significativos. En torno a lo cual, González
(2021), ubica a la autobiografía en un contexto socio histórico notable, al referir que:
Es la autobiografía un camino fino para encontrar problemas de investigación y ayudar a otros para que cierta historia salvaje, la historia cruel no se siga repitiendo generación tras generación o para que ciertas bondades encontradas las podamos potenciar porque la vida sigue, porque la vida es una red de la cual, por suerte, no podemos salir, pero sí compartir. La autobiografía no es un relato superficial, exige bastante profundidad para encontrar allí preguntas que nos ayuden a comprender el presente y vislumbrar caminos sociales, ayuda a la colación del sujeto en su contexto socio-cultural (p. 113).
En virtud de lo expresado, se halló que estas narraciones autobiográficas vienen
acompañadas de las respectivas valoraciones y reflexiones personales, acerca de las vivencias
familiares, sociales, laborales, afectivas y existenciales vividas por cada uno. Se destacan
saberes y experiencias de aprendizaje a lo largo de su vida, así como de la identificación de las
cualidades, como de los componentes y áreas del conocimiento que han desarrollado. Con ello,
se genera una aproximación al perfil de habilidades y destrezas, (que configura su conocimiento
praxiológico), sobre lo cual se establece un componente de la matriz curricular: los saberes
individuales. Procedimiento, socializado por cada participante en compañía del tutor de la
comunidad, considerando los aportes de Carrillo et al. (2022) quienes exponen que durante la grupalización en las comunidades de aprendizaje, la autobiografía y la pedagogía alternativa
confluyen para que cada miembro logre auto reconocerse y valorarse.
Es preciso señalar que, los participantes luego de socializar su relato autobiográfico en su
mayoría, expresan una grata sorpresa al momento de hacer su reflexión acerca de cómo han
podido explorar su pasado para reinterpretar su vida y sus vivencias; al mismo tiempo, de tomar
conciencia de los logros alcanzados, que mayormente no le daban importancia y valor. Pudiendo
de este modo, escribir un documento genuino y auténtico de su propio puño y letra, que una
vez socializada, no solo reconstruyen su vida, pues también, encuentran que sus vivencias no se
alejan de las vividas por sus pares. Algunos coinciden en afirmar que sanan eventos y reconocen
el valor de la vida vivida. Razón por la cual, cabe destacar lo que González (2021), advierte:
Autobiografiarnos es hacernos un retrato, pero no es un retrato cualquiera, es un retrato que sobrevuele nuestros primeros sentires, nuestras emocionalidades para darle un espacio a la lógica, para entregarle un territorio a la teoría y, a partir de allí, poder encontrarle soluciones a unas problemáticas que se eternizan que, pese a ser vividas y padecidas por nosotros, no se han logrado superar, de ahí que una investigación devenida de una autobiografía nos ayudará a comprender esa realidad particular y a encontrarle alternativas que desencadene en munificencias sociales, en pertinencias culturales y en instancias teórico-prácticas (p. 113).
Esta experiencia en efecto, resulta ser un ejercicio de investigación sobre su propia vida
que hace entender el por qué es igualmente recursivo y complejo, pues contribuye con la
autorreflexión en cada etapa de vida. Es un espacio personal hacia la valoración de la
autoimagen que genera autoconfianza y contribuye con el fortalecimiento de su autoestima.
Además, como también muchos de los participantes refieren, al socializar se dan el permiso de
sanar procesos de vida: entenderse, reencontrarse y encaminar metas en su autorrealización.
En concordancia con lo anterior, González (2017) manifiesta que este es un “diálogo de
saberes, una apertura a comprender nuestras diversidades, a vernos en y con los otros, pero
también, es un recorrido por las movilidades humanas” (p. 113); por lo que, el participante
se hace consciente de sus habilidades, destrezas y conocimientos acumulados, poniéndolos a
disposición de sus pares en el intercambio de saberes. Más tarde Carrillo (2019a), destaca
que desde el punto de vista andragógico, la autobiografía posee una alta efectividad como
estrategia vivencial en los procesos de autoformación, siendo un momento transformador
para involucrarse conscientemente en la investigación autoetnográfica, que se inicia con
el reconocimiento de la persona. Pues, la autobiografía moviliza en la grupalización de la
comunidad de aprendizaje, un proceso consciente de construcción y socialización de saberes,
que finaliza como un manuscrito propiamente real, dando cuenta de la vida del participante en
la comunidad de aprendizaje.
En virtud de lo expresado, cuando en colectivo se socializa la autobiografía (como parte de su visión autoetnográfica), se reconoce mayoritariamente, que esta es una de las formas más
eficiente de autoexploración del ser, sobre una vida transitada desde el aquí y del ahora de
cada uno de ellos y que, al ser valorada, cada quien concluye que es el protagonista del presente
y de su destino. Un aspecto existencial de auto encuentro, de apertura de otros procesos en
la generación de rutas más expeditas para la investigación y construcción del conocimiento,
necesarios en la acreditación dentro del ProEA.
Es importante mencionar que, al llevarse a cabo el curso introductorio de inducción
a los estudios abiertos, durante la primera elaboración y socialización de la autobiografía
como ejercicio personal; es el momento propicio en el que la grupalización genera de manera
afectiva espacios de mayor cercanía, convivencia y valoración. Siendo estos, estampados por la
horizontalidad en la convivencia por los saberes, la flexibilidad curricular, y la comprensión de
sus propios procesos interactivos, conlleva a formas de autovaloración desde el plano ontológico
en sus miembros y a la participación didáctica en la elaboración epistémica. De no desarrollarse
adecuadamente el curso introductorio, se dificultaría la misión del relato autobiográfico en pos
del conocimiento.
Analizar estas experiencias, permite entender su relación con la construcción de
conocimiento, tal como lo manifiesta Carrillo (2018), en sus registros de acompañamiento
durante el desarrollo de los talleres de inducción, al manifestar que, se van abriendo además
rutas para la elaboración del portafolio, la matriz curricular y la investigación. Convirtiéndose
como bien lo menciona Rondón (2023), en un ejercicio significativo que contribuye a motivar
y avanzar en el desarrollo de la escritura académica, como “base de la narración de los relatos
de vida y de los diferentes productos que exigen disciplina, creatividad y esfuerzo para la
producción de resultados necesarios, que respondan a las exigencias propias de la metodología
del programa de estudios abiertos” (p. 143).
Por consiguiente, para el ProEA la autobiografía es fundamental desarrollarla y socializarla,
al destacar los saberes y conocimientos vocacionales asociados a la práctica y la experiencia
cotidiana de cada participante, son a su vez evidenciados y vivenciados durante el proceso de
socialización y acompañamiento formativo. De allí, la importancia de su socialización durante
la grupalización en la comunidad de aprendizaje; pues este sirve también, de instrumento
de autodiagnóstico para el diseño curricular, para el reconocimiento de la persona como
participante y como punto de partida para la investigación a tono con lo propuesto por Salazar
y Andrade (2009), permite conocer (se) y dar a conocer, para identificar los aprendizajes
adquiridos a lo largo de la vida, así como el de buscar nuevas rutas personales para acercarse
al conocimiento.
Así pues, se ha podido evidenciar que el ejercicio personal y colectivo de narrar sus
autobiografías, les permite a los participantes asumir un rol de investigadores (autoetnógrafos),
con el que recorren senderos donde comienzan a conocerse a sí mismos desde otras miradas (sus contextos y relaciones); conduciéndoles a tomar conciencia de los diferentes componentes
del ser humano como son lo ontoepistémico y metódico. Por ello, González (2015), muestra
en su obra que la autobiografía tiene bajo sí misma, mecanismos de búsqueda por lo que se
“acude a las memorias, a diarios personales, correspondencias, registros icónicos y objetos
personales entre otros” (p. 23), siendo una tarea poco sencilla que se vuelve compleja, porque
van explorando y reencontrándose con sus mundos.
Estos obviamente, van emergiendo dibujados de forma secuencial, entrelazados o en paralelo,
develando verdades o contrariedades, que le sirven de revivificación de inquietudes para
investigarlas y trabajarlas desde una perspectiva teórico conceptual y procedimental más formal.
Cada miembro, va comprendiendo el proceso propio de la dinámica de la construcción de
conocimiento, generando espacios de socialización y reflexión de esta experiencia autobiográfica;
pues, se trasciende el mismo ejercicio autobiográfico para propiciar nuevos espacios de
convivencia relacional, dando paso también a la matriz curricular.
Es importante mencionar que el diseño de la matriz curricular flexible involucra una
apertura en la visión formativa tanto del participante como del tutor, para seleccionar,
organizar y distribuir los contenidos en áreas del conocimiento disciplinar, lo cual ha de
establecerse considerando su relevancia, pertinencia, utilidad social e individual, tanto de
la contextualización, su aplicabilidad e impacto centrado siempre en el participante y en
la generación de nuevos conocimientos para potenciar y desarrollar otras habilidades y
destrezas. Su diseño cobra vida a partir del saber previo que le sirve a cada quien, de soporte
y fundamento para la incorporación, comprensión y aprehensión de nuevas ideas, nuevos
pensamientos, por tanto, de nuevos aprendizajes y de allí, su carácter abierto.
Ilustrando de este modo la acción cotidiana, Rondón (2023), plantea en su estudio doctoral
que la matriz curricular es construida de forma colectiva por la comunidad de aprendizaje,
debiéndose realizar un taller introductorio con la participación del máximo de los integrantes,
donde cada uno forma parte (desde sus fortalezas y sus debilidades teniendo en cuenta la
salida académica a la que se aspira), en la construcción de la Matriz Curricular General de la
comunidad, (porque aplica a toda la comunidad de aprendizaje según sea su proyecto).
Como resultado de esta actividad grupal autoconsciente, se van designando unidades
curriculares según los campos del conocimiento establecidos, para conformar los seminarios
del tronco común, por medio del cual, gira la dinámica del conocimiento en la grupalización.
Es decir, que se identifican los seminarios que tienen un carácter obligatorio (facilitados
por el ProEA) y los optativos que pudieran ser acreditables en cada participante, según las
orientaciones del tutor académico; un experto en el área de conocimiento del participante, quien acompaña formativamente al participante. Este, ha de asegurar el éxito de las diferentes
etapas y trayectos en el desarrollo académico de la comunidad de aprendizaje.
Posterior a ese procedimiento, con base en la Matriz Curricular General construida,
contentiva de los seminarios del tronco común (optativos) y los acreditables (individuales);
cada participante confecciona su Matriz Curricular Personal, cuando se da pie para iniciar el
proceso de investigación y elaboración del contenido de los diferentes seminarios, que permitan
demostrar sus fortalezas o dominios alcanzados en cada seminario o unidad curricular. Tales
escenarios, le otorgan a las Comunidades de Aprendizaje el hecho de poder validar sus
concepciones y saberes, al tiempo de someterlas a juicios de pares o expertos, en el debate
de cada encuentro; para luego fortalecer los saberes y nociones relevantes, que puedan fijarse
en la medida en que otras nociones, estén debidamente claras y disponibles en su estructura
cognitiva. Estas realidades vividas, se cristalizan en la elaboración de la matriz curricular con
sus tres componentes estructurales esenciales, como se ha descrito: los seminarios medulares
(propios del programa de estudios abiertos ProEA), los seminarios acreditables (particulares o
individuales) y seminarios del tronco común de la comunidad que se pudieron identificar desde
el proyecto.
Convirtiéndose desde luego, en hallazgos significativos al comprender que la matriz
curricular posee una cualidad transversal dentro de esta forma de participación dialogizadora
en comunidad, pues cada quien se auto observa y auto evalúa reflexionando acerca del
desarrollo vivido y; con ello, tomar conciencia de los mecanismos cognitivos y metacognitivos
desarrollados como propios. Es una experiencia que ocurre en función de cada seminario,
(bien sea medular, del tronco común y de acreditación), los cuales están inmersos en la matriz
curricular; que pueden irse garantizando en su ejecución para la consolidación de propios y
nuevos conocimientos de forma real y consciente.
Estos componentes praxiológicos, se destacan en la acción grupalizadora en donde la
asimilación y la retención del saber que se le brinda al participante en la dinámica participativa
personal y grupal, van tributando a los productos de gestión intelectual construidos y
desarrollados en las diferentes etapas de vida de la comunidad de aprendizaje. Todo ello, va
orbitando activamente en función de la malla o matriz curricular, lo que la convierte en un
desarrollo más cercano al ser humano que se transforma dentro de esta dinámica.
Ante lo hallado, Angulo y Carrillo (2015), mencionan que este procedimiento de gestión
curricular, no solo adquiere un significado y utilidad teórico – práctico para el mismo
participante, sino que beneficia tanto el saber colectivo de su comunidad de aprendizaje como
el de su entorno socio cultural y laboral del que forma parte; desarrollando habilidades y
destrezas para generar, producir, compartir y divulgar su conocimiento. En efecto, este modelo
de programa de estudios abiertos concibe al currículo: como un proceso autogestionado,
dinámico, abierto y flexible que responde a los intereses, las características y cualidades de cada comunidad.
Vale destacar entonces, la mirada humanista del ser humano que responde a sus expectativas,
a sus requerimientos académicos y sociales como participantes, quienes exteriorizan que una vez
finalizado cada uno de los encuentros, se incorporan las visiones personales conectadas con las
grupales, surgiendo de este modo, rutas más auténticas y validas en la búsqueda y construcción
de conocimiento, como bien asegura Hernández (2023):
(...) genera nuevas experiencias significativas, que coadyuvan a fortalecer las habilidades, destrezas y capacidades para la producción intelectual, que ahora son vistas como contribuciones que se inician desde lo individual personal, para que nutra lo grupal colectivo en comunidades de aprendizaje (p. 154).
Esto efectivamente, se ha evidenciado en la mayoría de las comunidades acompañadas (once
de ellas), lo cual ocurre al ritmo propio de cada una, debido a las particulares condiciones
que obviamente nunca son similares, otorgándole un matiz multidiverso y de complejo
dinamismo, muy sui generis, que las motoriza e identifica. Lo anterior, permite comprender
el hecho de que los integrantes de las comunidades de aprendizaje se movilizan hacia nuevos
modos de gestión curricular, dentro de una interacción horizontal, destacándose la tutoría y
el acompañamiento individualizado, los encuentros de saberes y la divulgación de conocimiento.
Parafraseando los hallazgos y conclusiones de Herrera y Didriksson (1999), Carrillo (2010);
como de Alonso y Carrillo (2017), Rivas (2019) y Hernández (2023), en sus respectivas
investigaciones, estos autores coinciden que en la construcción del currículo en el marco de un
esquema curricular flexible y abierto, cobra vigencia la integración metodológica de proyectos
de aprendizaje y de investigación. Así pues, dentro de su contexto vivencial su construcción, se
desarrolla como procedimiento didáctico participativo; que más allá de representar un desafío
epistémico metodológico, es también, la oportunidad expedita sobre las actuaciones personales y
grupales que motivan a la generación de conocimiento: una vinculación en espacios de alteridad.
En función de la expresado, la elaboración hermenéutica y etnografía, por tanto, cobra un
realismo vivencial auto reflexivo que encamina a la construcción de la autobiografía, el portafolio
y las propuestas de investigación, articulando los saberes inter y transdisciplinares en el marco de
la grupalización en la comunidad de aprendizaje. Todo ello ocurre, a fin de guiar el aprendizaje
y demostrar el conocimiento en un contexto real vivido, como un continuo de formación mucho
más auténtico, signado por las potencialidades de cada quien y la consideración académica de
sus saberes acumulados.
Seguido de la elaboración, socialización y valoración de la autobiografía para la construcción
de la matriz curricular, se establecen las siguientes etapas en la construcción del Portafolio de cada participante. Entendido éste, como un documento propio que se elabora durante la
grupalización, mostrándose multifacético y versátil, funciona como estrategia - instrumento –
recurso del participante; fundamental para la acreditación de saberes, la concreción del plan de
estudios o matriz curricular y la investigación surgida del propio contexto del participante. De
este portafolio, se destacan los campos de conocimiento y áreas disciplinares del participante
con sus respectivas evidencias, elaboraciones o productos obtenidos de los seminarios medulares
propios de estudios abiertos, de los saberes individuales y los formativos comunes devenidos
del proyecto de la comunidad de aprendizaje.
El documento en mención, es elaborado en la práctica vivencial, destacando las habilidades
y destrezas, contentivo de los niveles de dominios teórico - conceptuales, actitudinal - axiológico
y procedimental - operativo que posee la persona miembro de la comunidad de aprendizaje:
una elaboración en función del relato de vida de cada uno, siguiendo los lineamientos de la
autobiografía y portafolio, incidente en la matriz curricular de cada uno de los participantes.
Ese procedimiento se lleva a cabo, durante el ciclo de iniciación de la comunidad de aprendizaje,
dado que con el acompañamiento formativo del tutor académico y de investigación que asigna
el programa universitario de los estudios abiertos de la UPTM Kléber Ramírez, se socializan
los avances en los diferentes trayectos hacia la acreditación final, donde es reconocido en cada
quien, el nivel universitario alcanzado por sus conocimientos, tal como establece el reglamento
o normativa.
En afinidad con lo expuesto, Angulo y Carrillo (2015), establecen en su estudio que es en
la práctica de la gestión académica de estudios abiertos, donde se “verifican y comprueban
las producciones intelectuales, los productos e innovaciones, las distintas elaboraciones, los
perfiles de ingreso y proyectivo como de los alcances esperados; que, junto a las reflexiones,
la cualificación y calificación del participante, le otorgan seriedad y rigurosidad” (p. 41). Su
construcción, se alcanza con el acompañamiento formativo del tutor, conjuntamente con los
miembros de la comunidad de aprendizaje, seguida de la valoración de expertos y testigos
(pudiendo darse la auto-evaluación, co-evaluación y hetero-evaluación). Se ha constituido
entonces, un procedimiento que le imprime el carácter formal y amerita el proceso académico
para optar al nivel o grado al que aspira el participante, tal cual sugiere Carrillo (2018); quien
pone de manifiesto que se expone:
Una creación intelectual donde se plasma, organiza y sistematizan una serie de documentos, evidencias y producciones personales que describen y muestran los alcances, logros y recorridos llevados a cabo por la persona. Estos, son el resultado de su desarrollo, que se inicia desde la autobiografía y cierra con el trabajo de investigación. Además, que incluye los productos intelectuales curriculares desarrollados en el proceso de formación (p. 18).
Otro aspecto relevante del desarrollo y elaboración del portafolio, obedece al encontrado
durante las participaciones de los investigadores en las lecturas, presentaciones y socializaciones del acompañamiento formativo, relativo a la secuencia de eventos que aseguran la calidad y el
éxito del mismo, como son la planificación, construcción y desarrollo, socialización y evaluación
del portafolio, dado que, estas etapas se presentan desde una perspectiva más humana, centrada
en el participante – grupo. Siendo, además momentos oportunos para reflexionar sobre el
propio desarrollo y evolución intelectual de cada miembro, de sus propuestas y teorizaciones.
Carrillo (2018), igualmente refiere que, en esta relación dialógica el grupo y el participante se
amalgaman como un todo dinámico, estimando según el contexto propio de actuación y su
desempeño el cómo, con qué y cuándo ser evaluado en los diferentes momentos identificados
como los avances de portafolio.
Acontecimientos estos que, de una formalidad académica propicios para el debate, la
confrontación, argumentación y verificación reflexiva de los alcances logrados por cada uno, en
materia de construcción teórico praxiológica de las disciplinas que confluyen en el portafolio,
dan cuenta del nivel logrado por cada participante en esta modalidad de estudios.
De hecho, el portafolio se constituye en un procedimiento auto – etnográfico, andragógico,
constructivista, porque se convierte en un método estratégico sistematizador de construcción
del aprendizaje y de autovaloración personal, que para Carrillo (2019b), “es ir más allá de la
acumulación y registro de saberes, porque se promueve la sistematización del conocimiento
alcanzado y la organización de producciones de diferente índole, en razón de valorar las
habilidades, capacidades, destrezas”(p. 26), en el marco de los componentes de una disciplina
o campo del conocimiento, que muestran áreas de estudio o procesos de formación. Para ser
luego, acreditados por un equipo de expertos en el área, que además de conocer de cerca el
desarrollo de la comunidad y del participante, ilustran cada uno de estos en la malla curricular
y en las diferentes secciones del portafolio.
Algo importante a considerar sobre la acreditación, es la novedosa forma de administración
del plan académico, como ocurre en el ProEA en sus dos salidas establecidas, desde el técnico
superior universitario y las licenciaturas en pedagogía alternativa y desarrollo endógeno.
Ambas, con las respectivas sub áreas en función de la formación construida por el participante,
descritas y debidamente justificadas en el portafolio de saberes y experiencias, sustentada en
el proyecto de la comunidad (Montero, 2022).
En este proceso, los participantes exteriorizan que han comprendido desde la práctica que
las unidades curriculares, no se conciben como un conjunto de programas temáticos cerrados
preestablecidos de prelaciones e inconexos, a ser dictados o impartidos durante un período
o lapso, mucho menos que, el participante deba memorizar y reproducir para aprobarlas.
Sino que, por el contrario, destacan que se presenta como un proceso secuencial en el que se
cristaliza la acreditación para el reconocimiento de saberes y experiencias comprobadas del participante, en un plan de estudio definido o matriz curricular. La mayoría, distinguen que ha
sido elaborado y socializado en comunidad, orientados durante el acompañamiento formativo
para el cumplimiento de cada unidad curricular (seminario y unidades crédito) correspondiente
a su salida. Lo mismo, se aplica con los participantes que desarrollan las líneas de investigación
en postgrado, quienes lo viven como un continuo de desarrollo intelectual, tal cual se expone
en la gaceta oficial y demás documentos que así lo fundamentan.
De la evaluación y valoración de las acreditaciones que cada participante realiza de
sí mismo y de los demás participantes en compañía de su tutor, es preciso señalar que
cada quien, consigna una serie de documentos como requisitos previos durante el período
académico establecido, siguiendo con la normativa de estudios universitario vigente, por
ante la coordinación del ProEA. En el consejo técnico académico, se designan los testigos
(jurados o expertos), se revisa y verifica lo concerniente a la autobiografía, matriz curricular,
ensayos, productos y elaboraciones, como de su creación intelectual e investigación. Todo ello,
para la apreciación de valores y actitudes desarrolladas durante las experiencias evaluadas.
En concordancia con Anzola (2014), quien afirma que se presentan registros y avales de
contextos socio laborales o socio productivos de actuación, junto a la validación de problemas
investigados, las áreas de conocimiento desarrolladas y finalmente, la demostración adecuada
del dominio teórico práctico, ponderado de acuerdo a la matriz curricular elaborada, según el
proyecto de investigación individual y de la comunidad de aprendizaje.
En relación a la periodicidad de la modalidad de los estudios abiertos, es importante
mencionar que ésta se caracteriza por ser desarrollada en periodos que se establecen de acuerdo
a las formas organizativas signadas por la práctica pedagógica alternativa; como efectivamente
se ha constatado en las visitas y acompañamientos llevados a cabo. Los mismos se distribuyen
por los periodos que establezcan sus miembros, distribuidos para cada uno de los encuentros
según acuerden el tutor y los participantes de las comunidades de aprendizaje, en consideración
a la concepción metodológica de proyectos de aprendizaje y de investigación, así como de la
profundidad y significación de los saberes tratados.
Es necesario aclarar que según describe Carrillo (2018), los trayectos de formación en
consecuencia, son definidos como los momentos o periodos consecutivos en que ocurre cada
proceso formativo, en lapsos indeterminados. Vale decir, que estos no poseen una duración
previamente establecida, la misma depende de la dinámica participativa que presenten los
participantes y el tutor, siendo éste, parte del matiz de apertura curricular que la define en
su praxis. Para lo cual, es importante la adjudicación del tutor y del enlace, que se lleva
a cabo por parte del Consejo Académico del ProEA, quien según Montero (2022), revisará
previamente las credenciales del posible tutor y decidirá la cualificación del mismo, que luego
participa de un proceso de inducción previa, antes de iniciadas las diferentes etapas de la
comunidad de aprendizaje.
Cabe destacar que la singularidad de desarrollo de las comunidades de aprendizaje
en estudios abiertos, a considerar según la literatura consultada por los autores, es
mayoritariamente presencial (los seminarios se facilitan de modo presencial, otros son
semi presencial, algunos son a distancia, virtual o mixtos), incluyen en su desarrollo
varias estrategias didácticas multimodales. Siendo en el caso que nos atañe del ProEA, la
modalidad presencial, aquella más expedita, en la que los encuentros de saberes se desarrollan
principalmente con la presencia física del tutor, algún experto y cada uno de los participantes,
dándose el encuentro de saberes en tiempo real. Lo cual, ha sido corroborado en la practicidad
de las comunidades, cuando la mayoría (doce de las comunidades acompañadas), coinciden en
afirmar que es en la presencialidad que se logran alcanzar las metas establecidas.
En concordancia con estos hallazgos, es preciso señalar que el contacto humano es esencial
en las acciones que llevan a cabo las comunidades de aprendizaje, evidenciándose que,
el desarrollo de la empatía y la afectividad es indiscutiblemente un componente humano
primordial que articula el funcionamiento de la comunidad. Entonces la presencialidad, es un
modo para asegurar el desarrollo de todos los procesos, estrategias y fases de la comunidad,
según advierten sus participantes. En otros casos, cuando las actividades son asincrónicas o
virtuales, los mismos integrantes afirman que no han podido seguirse, debido al ritmo de la
relación dialógica que requiere la gestión de conocimiento de la comunidad.
Vale explicar que, durante la grupalización es cuando los participantes se reúnen en un
ambiente específico, por lo general fuera del recinto universitario, dándose en espacios socio
laborales o socio comunitarios más confortables, donde hacen vida cotidiana los participantes
y tiene mayor impacto sus haceres y saberes, con lo cual, se hace efectivo el principio de
territorialidad de la universidad. Aun cuando, el carácter presencial es el más común, hay
otras comunidades de aprendizaje (cuatro de ellas) que, funcionan muy distantes en otros
municipios, las cuales también fueron observadas y acompañadas en su momento, evidenciando
en éstas, la existencia en menor grado del modo semi presencial, dadas las características de
accesibilidad, imposibilidad de estrategias multimodales o de desplazamiento de algunos de
sus miembros, en razón de la distancia.
Es preciso mencionar que, los participantes relacionan que son pocos los miembros de
las comunidades de aprendizaje que se acogen a la ejecución a distancia, no todos cuentan
con accesibilidad tecnológica permanente de energía eléctrica, lo que influye con cierto grado
de flexibilidad en tiempos de dedicación y autoaprendizaje, a través de las plataformas
tecnológicas; en cuanto a que no ocupan espacios físicos de aulas ni horarios establecidos de
manera rígida. No es la mayoría, la que se inclina por la semi presencialidad, lo que permite que
el número de participantes pueda ser mayor en el espectro de participación y atención del modo
presencial. Claro está, que para ambos casos, el nivel de acompañamiento formativo de parte del
equipo académico de estudios abiertos, es un tema de mayor consideración, a fin de evitar algún
contratiempo en lo que respecta a lo académico, técnico o administrativo del modelo de ProEA.
Esta condición es una particularidad significativa del programa, en ocasiones los
participantes exteriorizan que se hace difícil conseguir un horario común para todos, así como
también expresan que el acceso al recinto universitario se les dificulta, además de la poca o
escasa posibilidad de la utilización de recursos tecnológicos y el cumplimiento del cronograma
agendado. No obstante, en ambas modalidades se hacen esfuerzos para garantizar los principios
de calidad, relevancia, corresponsabilidad y pertinencia de la educación universitaria, teniendo
en cuenta que es la cualificación que priva sobre la cantidad. Se resalta el hecho de que,
los facilitadores del programa acuden frecuentemente a aquellas comunidades distantes, para
facilitar seminarios y realizar acompañamiento formativo en los diferentes trayectos.
Una vez expuestos en detalle los procesos que se viven en las trece comunidades de
aprendizaje desarrollados en la práctica cotidiana de las mismas, destacando los componentes
estratégicos y metodológicos del ProEA para la acreditación de saberes y experiencias, y
habiéndose descrito los aspectos más importantes en su ejecución; se distinguen igualmente,
los hallazgos obtenidos del acompañamiento formativo, identificando algunas situaciones que
se consideraron los factores críticos, devenidos de la sistematización (tanto de los procesos
reflexivos aportados por los participantes, junto a los obtenidos por los investigadores en los
encuentros reflexivos de la propia comunidad de aprendizaje, como del análisis de los hallazgos).
Dentro de estos, cabe destacar que los logros y alcances significativamente positivos
obtenidos durante los años de desarrollo del ProEA, son mayores los aspectos positivos y de
cuyos resultados hablan los descritos a lo largo de este documento. En primer lugar, sobresale
la grupalización como la dinámica participativa, que fluye hacia la generación de conocimiento
como aporte sustantivo al patrimonio intelectual de la universidad y la región, un producto en
la construcción de conocimiento. De ello hablan en segundo lugar, la elaboración de su propia
investigación, más genuina y autentica dentro de un contexto temporal espacial congruente
con los procesos que viven los participantes, en cuanto a la divulgación de conocimiento y de
los aportes comunitarios e institucionales que se han puesto en marcha desde hace más de una
década. Lo cual indiscutiblemente, cualifica como altamente positivo el nivel logrado desde el
ProEA en y con las comunidades de aprendizaje.
No obstante, a pesar de esta realidad encontrada en las comunidades de aprendizaje
acompañadas tanto por sus participantes como de investigadores, es preciso señalar que
también destacan factores críticos que requieren de atención, a ser considerados para alcanzar
el máximo nivel de calidad de los procesos académicos formativos de esta modalidad de
estudios universitarios. En este acto de contrición, se requiere ser objetivo con la diligencia
oportuna, para comprender que es importante haber identificado cada uno de ellos, a fin de
comenzar a darles una adecuada atención y seguimiento en cada etapa del proceso mismo de las comunidades de aprendizaje. De tal modo, que se proporcione la debida corrección en tiempos
y fases idóneas, para subsanar tales debilidades y convertirlas en potenciales fortalezas. Los
mismos se presentan a continuación, según se fueron identificando en el transcurso indagatorio
llevado a cabo por los investigadores.
En este orden de ideas, se destaca que la mayoría de las comunidades han venido alcanzando
las metas propuestas en cuanto a producción intelectual y acreditación, para el reconocimiento
y obtención del título universitario según lo señalado en su respectiva normativa, en función de
los fundamentos y procesos propios de su desarrollo, tal como se contempla en la gaceta oficial y
la normativa respectiva. Salvo aquellas comunidades, donde se evidenciaron algunas debilidades
en las que, los tutores encargados de los procesos formativos medulares, se mantienen aún
muy apegados académicamente al modelo convencional de educación universitaria, afectan
la dinámica praxiológica de la comunidad donde los encuentros de saberes y la producción
intelectual se está viendo en cierto modo perjudicada.
Tal situación podría darse, debido a que su visión curricular acoge el enfoque con inclinación
al modelo cerrado y prescriptivo, persistiendo las experiencias de aprendizaje como clases
magistrales propias del modelo conductista, sin que puedan darse relaciones participativas con
el conocimiento elaborado en conjunto. En el entendido que, los participantes pudieran ser
tablas razas sobre las cuales, deben esculpirse los nuevos saberes disciplinares o enciclopédicos,
que podría jugar en detrimento de los saberes devenidos de la gestión empírica praxiológica que
bien pudieran nutrir notablemente la interacción social participativa: la otredad. Quedando
fuera de la dinámica grupal, cualquier alternativa andragógica (en participación, horizontalidad
e investigación), que pueda surgir del seno de la comunidad para generar espacios de encuentro,
donde todos compartan sus experiencias y conocimiento para ser validados en la interacción
socializadora durante la grupalización.
De igual consideración, se evidencian ciertos vacíos en el manejo consciente del modelo de
ProEA. Los participantes refieren que buena parte de los seminarios del tronco común, quedan
a discrecionalidad del tutor y responde más aun a una inquietud o proyecto de perspectiva
personal, por lo que se les dificulta promover acciones grupales para la construcción curricular
abierta y flexible a partir de las estrategias de generación de sus productos, como lo es con
la narrativa autobiográfica y la elaboración del perfil de habilidades y destrezas de cada
participante, que podrían quedar a un lado en la formulación de la matriz curricular.
Dentro de las causas de esta situación, destacan la base explicita en la que algunos
participantes esgrimen que los tutores y participantes, no alcanzan a empoderarse del modelo
educativo del ProEA, y que probablemente al no poseer las competencias idóneas sobre los
diferentes momentos y etapas del proceso de acreditación en los estudios abiertos, entonces
marcan de forma inadecuada el desarrollo de la comunidad de aprendizaje. Esto trae como
efecto, que cada participante ejecute su desempeño y productos en función de lo que pueda imaginarse, concebir, creer o pensar, de cómo ha de llevarse a cabo la dinámica de participación
y elaboración en pos del conocimiento. El resultado de tales circunstancias, podrían además
desvirtuar y distanciar a la comunidad del modelo del ProEA hacia otros enfoques, que
indiscutiblemente generarían una inadecuada impronta de sus procesos.
De allí, se aprecia que si el tutor no ha recibido debidamente el taller de inducción a los
estudios abiertos y no ha sido acompañado por el ProEA, la grupalización se ve afectada de
forma negativa, si no se cumple con lo establecido en las orientaciones metodológicas del taller
de inducción e introducción a los Estudios Abiertos, como bien expresa Carrillo (2020), si estos
no se reciben de parte de la coordinación del ProEA, “tanto los participantes como el tutor,
presentaran indudablemente debilidades y fallas en su ejecución, y por tanto se percibirán
una serie de dificultades en su desarrollo para la comprensión vivencial de los procesos de
acreditación” (p. 132).
Del mismo modo, se encontraron debilidades en el acompañamiento del tutor de la
investigación. En sus reflexiones y valoraciones (un pequeño grupo de participantes manifiesta
que no se sienten adecuadamente orientados y acompañados por algunos de sus tutores), en
materia de construcción del portafolio, del proceso de elaboración de la línea de investigación
y, de la consecuente producción intelectual (ensayos y artículos), en favor de cumplir con
lo establecido en el proyecto de la comunidad de aprendizaje que, ha de apuntar hacia el
desarrollo endógeno local; pues según expresa Rondón (2023), se estarían alejando de las
contribuciones para desarrollo endógeno de la localidad o institución, presentando incoherencias
en los enfoques de la metodología de investigación en y por los estudios abiertos o de la
estructuración del portafolio, sus componentes y evidencias.
De lo expresado anteriormente, se precisa destacar que al ser orientados por otros tutores
o facilitadores externos, que no están involucrados con esta modalidad de estudios (o, en
algunos casos verificados por el jurado), los participantes de las comunidades de aprendizaje
estudiadas, encuentran que no se han alcanzado algunos requerimientos en torno a sus escritos,
(como son ensayos o productos intelectuales), de las cuales forman parte tanto los seminarios y
los artículos, como de las monografías y a otras construcciones (sus evidencias), que conforman
el portafolio.
Otros participantes en cambio, coinciden en afirmar en torno a las exigencias que establece el
programa y las que poseen algunos tutores externos, significativas diferencias y debilidades por
las inconsistencias de los discursos que ofrecen al momento de proporcionar las orientaciones
en los procedimientos y requerimientos, sobresaliendo lo que corresponde a la continuidad o
prosecución dentro del programa (que ocurre de un nivel o grado académico hacia otro más
elevado). Entendiéndose que, al avanzar de un nivel a otro, deben asumirse las exigencias
y producción para la divulgación científica, en cuanto a la elaboración, profundidad del
conocimiento y la gestión intelectual, que como expone Rondón (2023), en ello debe imperar el cumplimiento de formación en cada uno de los niveles, hacia una mayor producción en la
medida que avanza su desarrollo en la comunidad de aprendizaje.
Observamos que estas circunstancias, aun cuando son situaciones que ocurren en pequeña
medida, son percibidas por los propios participantes como amenazas que afectan el nivel de
credibilidad o confianza en la grupalización llevada a cabo dentro de su comunidad, afectando
de la dinámica participativa y su motivación para la generación de conocimiento. Pues, si
se desvirtúan los procedimientos propios del ProEA, se podría generar una impronta que
desconcierta a los participantes, afectando el nivel de conocimiento acerca de los procesos
propios del ProEA. Esto en parte, explica el por qué algunos miembros han abandonado
el proceso en sus comunidades de origen, para continuar asistiendo en otra que les permita
participar. Tal situación ocurre como ellos mismos exteriorizan, cuando se observa que en
otras se desarrolla un dinamismo más cónsono con sus expectativas de formación, investigación
y acreditación, lo cual ha sido evidenciado por los investigadores en tres comunidades
acompañadas.
Ante esta realidad de las comunidades de aprendizaje, otros participantes expresan que
debería ponerse en práctica lo inspirado en el pensamiento más avanzado en cuanto al continuo
de formación, en el sentido que, quien modela escenarios de actuación para la indagación
y producción intelectual o tecnológica (de auto y co-formación), deba estar ejecutando con
ello, una práctica reflexiva de la educación alternativa y socio crítica desde la perspectiva
comunitaria y de movimientos como la educación popular; de cuyas experiencias en América
Latina, ha proporcionado Anzola (2014) en sus estudios y documentos.
Otro elemento localizado que se torna un factor crítico de atención en la grupalización,
detectado durante el acompañamiento de algunas comunidades, lo constituye la dificultad
de algunos tutores en relación a la identificación de las diferentes formas de apropiación
del conocimiento de los participantes, como de los procesos cognitivos, creativos y afectivos
que conforman la dinámica grupal en la práctica de este modelo. Igualmente, se evidencia
poco dominio en cuanto al uso de los recursos reales y medios virtuales para la elaboración
de los productos. Se observan también, debilidades en el seguimiento tutorial a algunos
participantes, a lo que se le une el avance la inteligencia artificial que facilita elaboraciones
individuales las cuales, no se ajustan a los requerimientos de probidad académica en cuanto a la
planificación, elaboración, demostración y generación de conocimiento, como de su originalidad
y autenticidad inherentes a los procesos de socialización, aprendizaje y evaluación, que son
debidamente solicitados en las diferentes fases dentro del ProEA.
Siguiendo con estos acontecimientos, se logró evidenciar cómo se gestiona el desarrollo
intelectual, cuyos aportes significativos presentaron ciertas debilidades en su ejecución con
tres de las comunidades acompañadas, sobre la base de las opiniones de algunos participantes
de éstas, se aprecian los efectos de la dinámica grupal implícita, cuando no se consideran los acuerdos y normas internas de conducción de la comunidad, (en torno a roles, formas
de conducción grupal y liderazgos o cuando su desarrollo depende únicamente de quien la
dirige). Estas situaciones pueden deberse posiblemente, a dejar de lado las orientaciones que
son ofrecidas en la inducción del programa y sobre lo cual, cada facilitador adscrito al ProEA,
hace énfasis en cuanto a la importancia que implican los registros que deben seguirse dentro
de la bitácora de la comunidad.
La bitácora desde esta perspectiva, es un instrumento colectivo importante en el que se
registra el acontecer cotidiano y sobre el cual, se sistematizan los procesos internos, de cuyo
aporte destaca el hecho en cuanto a ir dejando plasmado de manera cronológica y secuencial,
todo lo que ocurre en la comunidad de aprendizaje, es la historia de la comunidad narrada por
sus propios protagonistas (Carrillo, 2020). Se destaca que no todas llevan a cabo los registros,
como son los de asistencia, de participación, los de acuerdos, actas de encuentro y demás
evidencias del desarrollo dentro de la bitácora. Por lo que es importante, motivar a estas
comunidades para que puedan actualizar los registros dentro de las bitácoras.
En torno a otros factores vale acotar que, se ha localizado en seis de las comunidades
estudiadas, procesos de divulgación del conocimiento importantes, han venido dando aportes
altamente significativos para validar y medir el desarrollo o establecer indicadores de calidad y
crecimiento de las comunidades de aprendizaje, en instrumentos o estrategias que impulsan el
desarrollo endógeno sostenible, como son los escenarios e indicadores, las estrategias y fases de
desarrollo, que se encuentra ampliamente descrito por Rondón (2023). En tales circunstancias,
se destacan actividades como coloquios de investigación o congresillos, donde los participantes
socializan los avances de los estudios, seminarios de divulgación desarrollados por los propios
participantes a fin de colaborar con el desarrollo formativos de sus pares, encuentros inter
comunidades en redes de comunidades.
Del mismo modo destaca, el diseño y la formulación de páginas web, de bloggers, también de
revistas de corte científico, como medios de divulgación de conocimiento generado en el seno de
la comunidad o de la participación en conferencias locales o nacionales, que emergen como valor
agregado inestimable en la generación de conocimiento. Experiencias estas, en que la escritura
académica y científica se desarrolla desde la propia práctica cotidiana en interacción con el
saber disciplinar, siendo ocasiones individuales o grupales para intercambiar conocimientos,
exteriorizar sus logros en investigación, exponer saberes y demás experiencias de reciclaje e
innovación del conocimiento.
Como se ha podido apreciar a lo largo de este interesante estudio, en el ProEA se concibe
a la persona que participa de esta modalidad, como un eje primordial en su condición humana
compleja y dinámica, que puede evolucionar dentro de acciones académicas universitarias innovadoras para la profesionalización y los estudios de postgrado. Bajo el cual, el aprendizaje
colaborativo promueve la flexibilidad la inclusión en su programa y, en el desarrollo del
currículo, siendo altamente significativo en los procesos de investigación y acreditación. Ello
viene dado en cada participante, quien consigue ser el actor protagonista en la grupalización,
que ocurre en las comunidades de aprendizaje: un espacio humano dialogizador de demostración
y construcción del conocimiento, que se inicia a partir de los saberes y experiencias, donde
cobra vida la otredad y alteridad en la academia. Esta es la razón de ser, del ProEA a diferencia
de otros modelos y métodos convencionales o tradicionales de la educación universitaria.
En consecuencia cada participante a su vez, se ve fortalecido, acrecentando y construyendo
los conocimientos, al tiempo que en su dinámica social participativa va ampliando sus
habilidades sumadas a sus destrezas mediante la orientación y acompañamiento formativo del
tutor; de tal modo, que el aprendizaje sea más significativo al ser construido en colectivo, por
lo tanto, más agradable y motivador, lo cual parte desde la autobiografía como oportunidad
óntica para demostrar sus saberes, cristalizados en una matriz o malla curricular.
Si bien la filosofía de los estudios abiertos universitarios, se sustenta en nuevos paradigmas
de construcción del conocimiento como del aprendizaje basado en proyectos, devenidos de
aportes de la neurociencia, esto ocurre bajo el enfoque humanista socio crítico de perspectiva
histórica, hermenéutica y etnográfica. Se debe asegurar entonces, que en todas las comunidades
de aprendizaje este modelo del ProEA, siga siendo un espacio de encuentro de saberes cada
vez más crítico propositivo, con ambientes y dinámicas también cada vez más complejas,
enmarcadas en la complementariedad metodológica de vanguardia.
Lo anteriormente planteado, deviene de la calidad en la interacción grupal observada
durante el acompañamiento formativo que se produce entre sus miembros, destacando la
presencialidad, dada las relaciones dialógicas y sinérgicas que ocurren en los encuentros
de saberes. En razón, de que la interacción participativa destaca el conjunto de relaciones
de alteridad y otredad en pos del conocimiento: un entramado situacional de compartir y
promover los saberes, la gestión cognitiva, creativo - afectiva, la autonomía responsable y
comprometida que se vive en la grupalización.
A partir de lo expresado, emergen como factores críticos la importancia de la inducción, la
necesidad de acompañamiento, el interés de favorecer la investigación desde una perspectiva de
autenticidad, originalidad y la construcción de conocimiento para la acreditación con probidad
académica. Por lo que, la grupalización está obviamente signada en el interés de comprender,
compartir y debatir sobre lo que ocurre en un mundo multidiverso y pluridimensional, en el que
puedan operarse variadas dimensiones humanas tanto sígnicas como simbólicas, con vivencias
intersubjetivas de reflexión crítico dialógica de los saberes compartidos y construidos. Todo
ello, en el marco de las perspectivas del desarrollo praxiológico-teórico-metodológico propios
del ProEA.
Esta modalidad de estudios universitarios a diferencia de otras, expone una visión acción
de la dinámica ontoepistemológica de vanguardia, que trasciende del espacio humano a
lo académico y viceversa, donde los modos de indagación y la relación afectiva son ejes
transversales que aseguran el proceso formativo vivido creativamente. Pues, de no ser así,
difícilmente podría estarse actuando sobre los fundamentos que sustentan y activan los procesos
propios del ProEA.
En razón de lo expuesto, se destacan la generación, innovación y apropiación del
conocimiento, que bien han sido aportados en sus documentos por Anzola (2014) y Carrillo
(2020), acerca de esta innovación universitaria, como de la Gaceta Oficial 40.366, que lo
ampara. En este aspecto, se evidencia un espacio de interacción que se acerca al modelo
de educación andragógica en pos del conocimiento, en función tanto de las experiencias
previas de formación, como de las demostraciones en el transitar de la teoría requerida y,
de los intereses por hacer que el proyecto logre evolucionar en saberes y haceres, hacia el
desarrollo endógeno. Todo ello, en un ambiente de horizontalidad, participación e investigación.
Bajo esta óptica, los investigadores encontraron en las experiencias de campo que, al
realizar las jornadas de acompañamiento formativo en los estudios abiertos, se establecen en
su operatividad los componentes descritos inicialmente por (Anzola, 2013, 2014); también
los aportes expuestos en Alonso y Carrillo (2017) y en Carrillo (2020), de acuerdo a los
requerimientos teórico-prácticos del proyecto que en colectivo se construye como inducción -
proceso - producto – acreditación en el ProEA, que le permite a cada participante avanzar en
sus diferentes trayectos, a un ritmo específico sin plazos prefijados, prelaciones, ni presiones y
sin otras pretensiones que no sean la acreditación en el reconocimiento de saberes y experiencias
en un campo del conocimiento desarrollado por el participante.
Como resultado de lo anterior, se ha venido alcanzando un nivel mayor de elaboración
teórico conceptual y práctico, cumpliendo con las exigencias tanto de la comunidad, como de
lo establecido en los documentos fundacionales y normativos de los estudios abiertos. Lo cual,
se ha podido evidenciar durante los acompañamientos en los últimos años. Todo en virtud, de
estar asentado en los niveles de desempeño y responsabilidades propias personales – grupales
de sus integrantes, vistos en sus compromisos con el saber, en sus deseos e inclinaciones
vocacionales, en las aptitudes y elaboraciones de los participantes.
Otro aspecto relevante representa ser, que este programa comprende un conjunto de
componentes epistémico metodológicos dedicados a la conformación de diversas actividades
de formación integral, de creación artística, humanística, científica, tecnológica, en áreas
particulares de estudio, para impulsar la creatividad e innovación, la solución de problemas
(personales, familiares, comunitarios, sociales, ambientales, de servicios, productivos, socio
económicos, humanísticos, tecnológicos y científicos). Lo expresado ocurre, según Rondón (2023), a través de la indagación continua, orientada a la contribución del desarrollo endógeno,
la pedagogía crítica, la ecología para el desarrollo humano y la creación intelectual, dando
como resultado el aprendizaje colectivo permanente.
Estos mecanismos procesuales, han apoyado la divulgación de conocimientos mediante la
investigación autodirigida y coordinada por tutores, activando la docencia desde y para el
ser, impulsando la producción intelectual y la territorialidad; en la convicción de desarrollar
profesionales con alto sentido social, elevada actitud crítica reflexiva. Sintiéndose al mismo
tiempo, altamente calificados y avocados a responder a las necesidades o requerimientos de
la sociedad y el entorno natural, donde tiene su hacer cotidiano. Todo ello, en el marco de la
probidad académica como condición transversal garante de la ética y del espíritu propio del
programa, en los procesos de enseñar y demostrar, aprender a aprender, construir y divulgar,
valorar juntos y evaluar para acreditar.
El Programa de Estudios Abiertos es un programa que, en sí mismo contribuye a la
construcción del bienestar de la persona, de la familia y comunidad local, debido a que
los proyectos de investigación están dando respuesta a problemas locales o institucionales.
Los propios, son registrados como focos mediadores a resolver, a través de la investigación
devenida de la experiencia de vida y del análisis integrado de los demás componentes del
portafolio de saberes, la socialización y por consiguiente de la grupalización. Tal característica
ha de ser interiorizada en primera instancia por el tutor, luego por los participantes de la
comunidad de aprendizaje y, después la comunidad local o institución. Estas últimas, deberían
estar conscientes sobre la existencia de la comunidad de aprendizaje, como un ente dinámico
y productivo de conocimiento, en favor de la gestación del bienestar comunitario o institucional.
Finalmente, considerando los hallazgos resultantes del estudio presentado, los investigadores
consideran altamente importante atender los requerimientos de cada comunidad, que conduzcan
a generar las vías expeditas para responder hacia el fortalecimiento de los factores críticos
detectados, a fin de alcanzar un alto grado de congruencia y calidad, cónsonos con el espíritu
propio del programa de estudios abiertos y de la autogestión del conocimiento. Dado que, con
este documento también, se han proporcionado rutas para la mejora de los procesos de esta
loable formación universitaria alternativa, en creciente expansión.
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